La Academia de las Musas

Crítica de Ariel Abosch - El rincón del cinéfilo

Cuando las clases universitarias entre un profesor y sus alumnas se vuelven más estrechas que lo aconsejable, donde además se habla de literatura, con el agregado de que el poder de la palabra es un arma de seducción que envuelve los sentidos y pensamientos del otro, que incluso se puede también apoderar de su vida, convirtiéndose en un arma de dominio y manipulación, el director José Luis Guerin aborda la temática de la enseñanza de filología en la Universidad de Barcelona, cuyo profesor (Raffaele Pinto) tiene la idea de crear una academia de las musas para transformar el mundo a través de la poesía.
La película está narrada como si fuera un documental, con muchos cortes y empalmes en una misma escena, utilizando varios primeros planos, haciéndonos sentir y oír muy de cerca a las personas, además de colocar la cámara a través de una ventana, o de la ventanilla de un auto, en repetidas ocasiones, a manera de un espía. Son todos recursos valederos para poder llevar a cabo este film que se centra en discusiones filosóficas sobre lo que tiene que ser una musa en la actualidad, y lo que era en el pasado. El amor, el deseo, las pulsiones, son los temas básicos que charlan constantemente el profesor con sus alumnos en clase, y luego con sus alumnas en forma particular, y entre ellas también.
Con el correr del relato afloran los problemas personales de él con su mujer, y de él con 4 de sus musas, planteando reflexiones continuas y disquisiciones que van más allá de lo que un aula puede albergar, pero resulta el espacio contenedor para que la vida de estos personajes no se desmadre.
Es decir que, de algún modo, utilizan este recinto para tratar de encauzar, replantear y modificar su existencia sentimental, con una base literaria que los apasiona.
Cuando el profesor dice que su propósito es sembrar la duda, no enseñar de forma tradicional, lo cumple, porque al alumnado con su provocación, le afloran los sentimientos más íntimos, y la mayoría termina confundida, incluso él mismo.