La Academia de las Musas

Crítica de Alejandro Lingenti - La Nación

La academia de las musas es original y bella como sus ideas

Siempre conviene estar atento al estreno de una película de José Luis Guerín. Cineasta culto, elegante y curioso, este catalán de 56 años viene construyendo un notable cuerpo de obra desde mediados de los años 80, borrando fronteras entre ficción y documental, apuntando siempre a la originalidad y planteando constantes desafíos para el espectador, una decisión que revela más consideración y respeto por el otro que vanidad.

En este caso, la historia gira alrededor de un filólogo devoto de la poesía, y particularmente de la obra de Dante Alighieri, que proclama la enseñanza como forma de seducción, sostiene contra viento y marea el valor de la palabra y termina enredándose en una compleja trama amorosa con un grupo de mujeres que vislumbra como sus propias musas.

Protagonizada por actores no profesionales que intercalan conversaciones en catalán, italiano, castellano y sardo, la película se va cargando de tensión a medida que avanza, hasta desembocar en una especie de melodrama académico que cruza con gran eficacia la angustia con el humor.

La realidad y la ficción como propulsores complementarios en el cine, la sensorialidad y el intelecto como vías de aprehensión de la belleza y la distancia entre el mundo de las ideas y la crudeza de la realidad son algunos de los temas que desarrolla este film singular e inteligente, producido sólo con una cámara doméstica y una capacidad de invención que no garantiza ningún presupuesto millonario.