Kung Fu Panda 3

Crítica de María Inés Di Cicco - La Nueva Provincia

El guerrero, en busca de su identidad

En 2008, Kung Fu Panda, de DreamWorks y Dreamworks Oriental, se presentó como una oferta innovadora en el mercado de películas de animación para toda la familia, y la idea resultó en un gran éxito de taquilla.

En 2011, la secuela profundizó en la historia del Panda Po, elegido por el sabio maestro Oogay como el Guerrero Dragón destinado a liderar a los animales del kung fu para salvar al mundo de los villanos, pero aturdió con su despliegue de artes marciales.

La actual y tercera, continúa la historia mientras recupera y mantiene el carisma original, equilibrando su propuesta para todo tipo de público, conocedor o no de l a cultura oriental.

Entre el prólogo y algunos apuntes entre las líneas del guión, se resume el rol de Po en el equipo de guerreros destinado a liderar, y se da comienzo a una nueva aventura, con un villano que se las trae y nada fácil de enfrentar.

Po debe encontrar su Chi -la fuerza positiva- para cumplir su misión, aunque por algún motivo, no lo logra.

Todo queda más claro cuando aparece Li, su verdadero padre, quien lo conduce a la tierra ancestral de los Pandas, sabios guerreros que hace 500 años supieron mantener la paz.

El desafío de Po, ahora, es reconocerse a sí mismo y hacer que los aldeanos recuperen su condición de herederos de una estirpe capaz de devorar a sus enemigos tan rápidamente como una fuente de bollos.