Krampus

Crítica de Leonardo González - Río Negro

"Krampus: El terror de la Navidad" revive a un espíritu sangriento

Hagamos un poco de mitología. Krampus es un ser terrorífico que proviene del folclore de países como Austria.

Cuenta la leyenda que cada 5 de diciembre, y durante dos semanas, merodea las calles haciendo sonar campanas y cadenas oxidadas para asustar a todos los niños. También se encarga de castigar a los pequeños que no han sido buenos durante el año y llevárselos con él en su saco para comérselos vivos en el bosque. Su apariencia es demoníaca, tiene un rostro que posee una larga lengua roja, tiene cuernos en la frente, todo el cuerpo está cubierto por un oscuro y tupido pelaje y sus patas son similares a las de un fauno. Da miedito, ¿no?

Lo cierto es que desde hace unos pocos años esta criatura tuvo un "resurgimiento" y ha protagonizado varios cortometrajes, capítulos de series e incluso un par de filmes. Con "Krampus: El terror de la Navidad" (Krampus, 2015) llega a su punto máximo de reconocimiento y le sienta bastante bien.

Max (Emjay Anthony) es un niño que vive con sus padres (Adam Scott y Toni Colette), su hermana mayor y su abuela paterna Omi (Krista Stadler). Si bien su hogar parece tenerlo todo, de lo que seguro carece es de unión y fraternidad. Están a pocos días de festejar las fiestas y el espíritu navideño que acompaña esta época parece ser sólo un eslogan de marketing. Sus papás aunque viven juntos están bastante separados y su hermana preferiría pasar el tiempo con su novio que con los de su misma sangre. Max sigue creyendo en el significado de esta época, incluso le escribe una carta a Papá Noel a sabiendas de que no existe, pero sólo su abuela lo comprende. Para colmo, todo se pone de cabeza cuando llegan sus tíos, sus primos y su alcohólica tía abuela -diametralmente opuestos a ellos-. Como todos los años, esta gran reunión familiar traerá bastantes problemas, sólo que esta vez la intolerancia y el malhumor llegan a un punto culmine.

Desilusionado y enojado, Max decide darle la espalda a la Navidad y los festejos. Lo que él no sabe es que su falta de espíritu navideño liberará a Krampus, una antigua fuerza demoníaca que castiga a todos aquellos escépticos. Ahora toda la familia estará a merced de este ente del mal y su séquito de criaturas siniestras. ¿Podrán sobrevivir a su furia?

Estamos ante una película que bien podría ser de la década del ochenta. Su mezcla de comedia y terror es algo muy identificado con esa época y que hace rato no se ve en la pantalla grande. Michael Dougherty escribe y dirige este filme y toma lo mejor de esta clase de largometrajes: escenas de terror, muertes y momentos de comedia, todos en un mix increíble. Resultado: un producto bizarro hermoso.

"Krampus" parece una combinación entre "Gremlins" (1984) y "Vacaciones de Navidad" (Christmas Vacation, 1989), como para que tengan una idea. A su manera, también es una lección moral sobre el espíritu navideño y lo que debería significar para todos nosotros. No es la primera vez que se utiliza el terror para dar este mensaje. Recordemos el clásico "Un cuento de Navidad" (1843) o la película por excelencia de la Navidad "Qué bello es vivir" (It's a Wonderful Life, 1946). Mención especial para Conchata Ferrell, que hace de la tía abuela Dorothy. Cada intervención suya arranca una sonrisa o una carcajada.

"Krampus" es una gran propuesta que sorprende y entretiene en cantidades iguales. Y, dato que no es menor, el final es de lo mejor (ya lo entenderán cuando la vayan a verla). Consejo: para esta Navidad tengan listas sus cartitas para Papá Noel y su espíritu navideño a punto. Uno nunca sabe…