Konstruktion Argentina

Crítica de Jorge Luis Fernández - La Agenda

Cumbres germanas

A cien años de la fundación de la Escuela Bauhaus, Konstruktion Argentina sigue las huellas de la influencia alemana en la arquitectura del país.

Un trabajo interesante y original es el que emprendió Fernando Molnar con este documental. A punto de cumplirse cien años de la aparición de la Escuela Bauhaus, el realizador argentino persiguió las influencias de las ideas de Walter Gropius en nuestro país, así como su propio paso por Buenos Aires, pero el punto de partida lo llevó a establecer lazos entre arquitectos argentinos y alemanes previos a 1919, año de su fundación, y posteriores a 1934, año de su cierre debido a la persecución del nazismo.
Además, formalmente, Konstruktion Argentina tiene un elemento ficcional, ya que su narrador es un estudiante de aspecto (y acento) alemán, que narra en off su derrotero por Buenos Aires, La Plata, Mar del Plata e incluso Santiago del Estero.
Según Molnar, Walter Gropius tomó al silo como modelo estético de la Bauhaus. Y el primer silo de construcción germánica en el país fue realizado en 1904 para la empresa Bunge & Born. Su construcción la llevó a cabo la empresa naval Deutsche Werke y el silo fue derrumbado en 1998 cuando comenzaron los planes de expansión de Puerto Madero. Pero es probable que Gropius haya visto al famoso silo en alguna de sus muchas visitas al país. Su relación con la Argentina duró varias décadas e incluso abrió oficinas en Florida, en la zona norte del conurbano, siguiendo los postulados minimalistas de la Bauhaus. Su estudio planeó la construcción de una ciudad balnearia y de viviendas populares en la costa del Río de la Plata, dos proyectos que no se llevaron a cabo. En 1968 conoció a Amancio Williams y se planificó la construcción del edificio de la embajada alemana. Gropius murió unos meses más tarde, a los 86 años.

Pero la influencia de los ingenieros alemanes en la Argentina se remonta aún más atrás, al diseño de lo que se conoce como La Plata germánica de fines del siglo XIX. Un grupo de cuatro moles edilicias se erige dejando constancia de ese legado: la Legislatura de la Provincia de Buenos Aires (Estudio Heine & Hagemann, 1882), el Palacio de Justicia (Adolf Buttner, 1883) y el Museo de Ciencias Naturales (Heynemann y Aborg), uno de los pocos en el mundo que conserva su museografía original intacta. El cuarto es el más simbólico. La Catedral de La Plata fue diseñada por Ernst Meyer, con un estilo neogótico que muestra su filiación germana. Casi todos los arquitectos alemanes eran originarios de Hannover, cuya estación terminal ferroviaria guarda un número de similitudes con las construcciones platenses. Finalmente, el propio trazado del plano de manzanas fue inspirado en la Isla de los Museos de Berlín.

Antes de iniciarse la Primera Guerra Mundial, las empresas alemanas habían apostado a la construcción de subterráneos en Buenos Aires y así la línea A (la primera línea de subtes en Latinoamérica) fue hecha teniendo en cuenta la reciente U-bahn berlinesa, por la firma Philipp Holzmann. Ya sin una participación directa, desde los años treinta Alemania continuó colaborando en la construcción de las líneas C, D y E, y sus ingenieros encontraron campo fértil para la experimentación de proyectos y cálculos del hormigón armado, que sería la base de la construcción de la Escuela Bauhaus y de la arquitectura nazi.

El edificio Comega, inaugurado en 1936 en el centro de la ciudad, fue el primer rascacielos en el mundo construido bajo los preceptos de la Bauhaus. “Pureza geométrica, sin ningún tipo de ornamento”, lo caracteriza la voz en off, para luego aclarar que tras su visita al Comega “Gropius descubrió la participación alemana en Buenos Aires”. El Hospital Churruca es otro ejemplo del racionalismo en el país. Esta construcción estuvo asistida por uno de los pilares de ese movimiento, Willy Ludewig, constructor de viviendas populares antes del nazismo. Más tarde Ludewig trabajaría en la construcción de la Casa Central del Automóvil Club Argentino, un edificio en el que se reparten las ideologías de los años cuarenta: el frente remite a la arquitectura nazi, y el contrafrente a la Bauhaus.

El más curioso de los edificios que muestra una influencia germana es el Mercado La Armonía, inaugurado en 1936, del húngaro Gyorgy Kalnay. Su techo tiene una forma parabólica y futurista, y se encuentra en la capital de Santiago del Estero.

En los años cuarenta, durante la Segunda Guerra Mundial, arquitectos argentinos y alemanes colaboraron en la construcción de grandes edificios públicos, como la Casa Central del Banco Nación, de Alejandro Bustillo y el ingeniero Edwin Springer. La majestuosa mole del Nación, que integra mármoles y metales en su estructura, cuenta con una de las cúpulas de hormigón armado más grandes del mundo, y su monumentalidad refiere a la arquitectura nazi imperante por entonces en Alemania (Bustillo continuaría su espectacular estilo con otras dos imponentes obras, el Hotel Provincial y el Casino de Mar del Plata).

En todos los casos, Molnar muestra imágenes de archivo, publicida de época, y recorre las construcciones Bauhaus, nazis y racionalistas que continúan en pie en Alemania, como elemento comparativo. Konstruktion Argentina es, en suma, un documental sumamente didáctico y al mismo tiempo entretenido, por el modo en que se llevó a cabo.