Kong: La isla calavera

Crítica de Mariano Patrucco - El Lado G

Kong deja en segundo plano a sus personajes genéricos y poco desarrollados para poner en foco a su principal estrella: el gorila gigante que nos deleita con explosivas y dinámicas escenas de acción en un ambiente hostil y salvaje.

El legendario King Kong es uno de los personajes más reconocibles de la historia del cine. Desde su primera aparición en su film homónimo de 1933, el rey de la Isla Calavera (Skull Island) dejó una huella imborrable en la cultura pop y se convirtió en uno de los mejores y más importantes Kaijus que existen, compartiendo la lista junto a monstruos de la talla de Godzilla (Gojira), King Ghidora (Kingu Gidora), Gamera, Mothra (Mosura) y Rodan (Radon).

Desde su debut cinematográfico, este ícono del cine apareció en más de una docena de films, inspiró una gran cantidad de imitadores, parodias y su siempre cambiante historia fue adaptada en diversos medios como novelas, seriales de tv, cómics, videojuegos, radioteatros, dibujos animados, atracciones de parques temáticos y obras teatrales.

Con Godzilla (2014) Legendary Pictures y Warner Bros. se fijaron la meta de construir un universo compartido de películas de monstruos gigantes (también conocido como MonsterVerse). En su primera entrega, dirigida por Gareth Edwards, el film se centraba en el kaiju japonés creado por la compañía Toho. A pesar de su positiva recepción por parte de la crítica y su arrolladora recaudación de taquilla, la principal queja con respecto al film era la excesiva importancia que se le daba al drama de los poco interesantes personajes humanos. Godzilla arrasaba la ciudad y se batía a duelo contra otros monstruos, pero todo lo veíamos a traves de los ojos del militar Ford Brody (Aaron Taylor-Johnson).

Con Kong: La Isla Calavera (Kong: The Skull Island, 2017) parece que la gente detrás del proyecto tomó nota de las críticas y dio lo que todos esperaban de este tipo de films: menos humanos y más monstruos partiéndose a golpes, menos drama personal y más acción espectacular.

La película ambientada en la década del 70′ comienza con Bill Randa (John Goodman), hombre que trabaja para la misteriosa organización Proyect Monarch (la misma que descubrió a Godzilla en el film anterior), tratando de convencer al gobierno de que financie una expedición a la inexplorada Skull Island, paraíso tropical donde la evolución se detuvo poblado por todo tipo de criaturas extrañas.

Parte una misión integrada por Randa, el Capitán Conrad (Tom Hiddleston), un experto rastreador y ex militar británico, el Coronel Packard (Samuel L. Jackson) un hombre que vive para la guerra y el combate que aún reniega de la humillante derrota en Vietnam y la idealista fotógrafa de guerra Mason Weaver (Brie Larson). Junto a ellos viajan los Sky Devils, el pelotón de soldados comandados por Packard y un grupo de biólogos, científicos y geólogos contratados para investigar el raro ecosistema de la isla.

Sus “métodos de investigación” son en extremo agresivos para con la fauna y flora local y terminan despertando a todo tipo de criaturas terribles para luego recibir el castigo de Kong, el colosal protector de la Isla Calavera que no ve con buenos ojos a los violentos invasores. Pero el monstruoso gorila será la menor de sus preocupaciones en esa isla llena de gigantescos engendros de pesadilla. Por suerte, contarán con la ayuda de Hank Marlow (John C. Reilly) un excéntrico piloto de la II Guerra Mundial que se estrelló en Skull Island y nunca pudo escapar.

Kong: La Isla Calavera es una re-imaginación del origen del legendario gorila en un film que rescata el espíritu clase B de las películas de kaijus, pero adaptándolo a la fórmula de cine blockbuster. La película deja a los personajes en segundo plano para centrarse en una historia de acción con grandes efectos especiales y parafernalia visual. Un verdadero espectáculo que entretiene y va directamente al hueso sin muchas vueltas para culminar en un explosivo acto final.

Los personajes están completamente desprovistos de alma, vacíos y sin historia. Solamente el militar encarnado por Samuel Jackson y el divertido personaje de John C. Reilly tienen un atisbo de personalidad. Pero esto no es una falla del film, es algo hecho por diseño. La mayoría de los personajes son descartables, al espectador no le interesan y a la película tampoco. El foco está puesto en lo que sucede en la isla con sus monstruos y escenarios. Hiddleston, Larson y los demás son meros vehículos para mostrar lo que sucede a su alrededor. Kong entendió que su negocio está en la acción y la acción está muy bien.

A pesar de que su desarrollo de personajes es prácticamente nulo, Kong: La Isla Calavera es un entretenido film de acción bastante pasatista con momentos visuales muy buenos que no se toma demasiado en serio a sí mismo (a diferencia del reboot de Peter Jackson del 2005) y revitaliza a uno de los personajes cinematográficos más populares. Ideal para disfrutar con un balde de pochoclo a mano. Ah, y quédense hasta el final de los créditos para una última y emocionante escena.