Kong: La isla calavera

Crítica de Hugo Zapata - Cines Argentinos

La isla calavera es la más grande película de King Kong que se hizo después de la obra original de Merian C. Cooper de 1933.
Luego de muchas décadas finalmente surgió un film que logra hacer atractivo al personaje sin repetir el mismo relato de siempre.
A diferencia de Godzilla, que a lo largo de su filmografía tuvo interpretaciones diferentes, el cine hollywoodense nunca trabajó al gorila gigante con ideas interesantes.
Por lo general los productores se limitaron a refritar la historia original de Cooper con efectos especiales modernos. Relatos donde Kong estaba condenado a ser una figura trágica y siempre terminaba muerto.
En ese sentido resulta irónico que los japoneses le tuvieran más cariño al personaje, al punto de convertirlo en un antihéroe, como ocurrió en el gran clásico, King Kong vs. Godzilla, de 1962.
La isla calavera cambia el paradigma de Kong en el cine hollywoodense de aventuras para retratarlo con toda su gloria como nunca lo vimos en la pantalla grande.
Por primera vez en las producciones norteamericanas el gorila logra ser el héroe y protagonista absoluto en su propia película. Si te gustan los filmes de monstruos gigantes ese es un motivo suficiente para no dejar pasar este estreno en el cine.
Sin embargo, más allá de esta cuestión, que no es un detalle menor, la nueva producción de los estudio Warner fue realizada por un director que siempre tuvo claro el género que trabajaba.
Jordan Vogt-Roberts es un joven cineasta que viene del circuito independiente y hace unos años llamó la atención con su ópera prima, The Kings of Summers. La típica Lértora movie con adolescentes sensibles que ofrecía una oda al subgénero del Coming- of-age.
En su segunda película abordó un género diferente y es fabuloso lo que hizo con la narración del relato.
Por fin nos encontramos con una película de Kong donde no tenemos que esperar una hora hasta que el gorila aparece en la pantalla.
En La isla calavera el personaje se introduce a lo grande en los primeros dos minutos y a partir de ese momento se establece el tono que tendrá en adelante el conflicto.
El director siempre tuvo claro que Kong debía ser el gran protagonista y el resto del reparto, aunque que incluya artistas ganadores del Oscar, están para acompañar a la verdadera estrella del film.
Esta no es una película para disfrutar de las interpretaciones dramáticas de Brie Larson y Tom Hiddleston, porque tienen poco para hacer en la trama, pese a que ambos están muy bien en sus roles.
Quienes esperen un drama profundo con personajes complejos deben buscar otra opción en la cartelera, ya que se trata de una propuesta de acción y aventuras donde su atractivo pasa por otro lado.
Objetarle la falta de un argumento elaborado a estas películas es la misma ridiculez que exigirle más efectos especiales y tiroteos a los dramas existencialistas de Terrence Malick.
Creo que el director Vogt- Roberts tuvo muy clara esta cuestión y por eso su película funciona tan bien.
En esta historia Kong tiene algunos de los momentos más gloriosos de su filmografía y el gorila sobresale como nunca en la escenas de acción que son imponentes.
Cada una de sus apariciones son una celebración del personaje y el cine de aventuras. Un genero que hace rato no brindaba una película tan entretenida.
Dentro del reparto John C. Reilly es el encargado de brindar algunos diálogos graciosos pero el tono del film nunca se encamina por el rumbo de la comedia como dieron a entender por error algunos avances.
La trama presenta una conexión con la película anterior de Godzilla y prepara el terreno para lo que será el encuentro de estos dos personajes en el 2020.
Si sos fan de las viejas películas de monstruos, en especial las del estudio Toho, tenés la obligación moral de quedarte en el cine a ver la escena post-crédito que es maravillosa por la situación que se plantea.
Disfruté en su momento la última versión hollywoodense de Godzilla pero esta película de Kong me pareció superior y me gusta el concepto de saga que proponen estas producciones.
En resumen, un glorioso regreso de King Kong que se concibió para ser disfrutado en una sala de cine.