Kong: La isla calavera

Crítica de Eliana Moyano - Estrelladas TV

Esta vez no veremos al gorila gigante trepando el emblemático Empire State, sino en su hábitat natural: La Isla Calavera.

Kong: La Isla Calavera es un film ambientado en los ’70s, lo cual es una gran acierto. Le da una atmósfera única, muy al estilo “Apocalipsis Now”, y nos pone en otro lugar, no sólo por la época sino que nos sitúa frente a los desconocido: Una isla que descubriremos junto a los protagonistas, en donde no sabemos con qué nos vamos a encontrar, y ellos tampoco.

El entorno donde se desarrolla esta película de la saga de King Kong, es imponente, una isla paradisíaca, que oculta criaturas de temer. Animales más gigantes que Kong, que a su vez son horripilantes. Permanentemente nada es lo que parece ser.

El Kong de la Isla Calavera está más humanizado y la cinta contiene un mensaje subliminal a favor de los derechos de los animales.

Las escenas de acción están muy bien realizadas. Acompañadas de un muy convincente CGI, veremos increíbles secuencias de Kong derribando helicópteros y peleas entre criaturas en las que el espectador se sentirá satisfecho.

A diferencia de sus antecesoras: King Kong de 1933 (con Fray Way, Bruce Cabot y dirección de Merian C. Cooper y Ernest Schoedsack), King Kong de 1976 (con Jessica Lange, Jeff Bridges y dirección de John Guillermin) y King Kong de 2005 (con Naomi Watts, Adrien Brody, Jack Black y dirección de Peter Jackson), Kong: La Isla Calavera no hace mucho hincapié en la relación de la “heroína”, en este caso Brie Larson, con el gorila. Sin embargo tendrán su momento.

Por momentos, las demás criaturas y la isla en sí misma le quitan algo de protagonismo a Kong, pero las apariciones de “El Rey”, son excelentes.

Con una buena dirección (Jordan Vogt-Roberts), seduce el lente de Brie Larson, la fotógrafa que acompaña a la comitiva a la excursión a la isla, en donde en varias oportunidades vemos lo que sucede a través del objetivo de su cámara. Destacable actuación de Tom Hiddleston, un explorador con un humor particular, y John C. Reilly, con una especie de náufrago que habita en la isla.

Te recomiendo no levantarte de la butaca hasta que terminen los créditos, ya que hay una escena que vale la pena ser vista. No se van a decepcionar.