Kong: La isla calavera

Crítica de Alan Schenone - Proyector Fantasma

Un regreso con gusto a poco
Un grupo se reúne para explorar una isla del Pacífico que, a lo largo del tiempo, trae más interrogantes que respuestas. En su aventura, este equipo encabezado por el ex militar James Conrad (Tom Hiddleston), la fotógrafa Mason Weaver (Brie Larson), y el jefe militar Preston Packard (Samuel L. Jackson) llegará a la Isla Calavera para conocer a Kong y toda la historia que lo rodea.

En Kong: La isla calavera (2017), la historia original de la película del año 1933 cambia adaptándose a un relato más realista y coherente a este tiempo. En esta ocasión, el simio gigante dejó de ser preso del amor-relación que tenía hacia la protagonista para defender con uñas y dientes a la isla en la que es voz y voto. Ese perfil, más básico e ingenuo en cuanto a la destrucción simplemente por venganza quedó para el pensamiento de otras épocas: ahora Kong es inteligente y consciente de sus actos y consecuencias.

Un punto alto de la película de Jordan Vogt-Roberts fue la decisión de tomar a Kong como el centro y a través de quien se maneja toda la acción. Desde un primer momento se nos muestra al monstruo en pantalla y se plantean las reglas con él y la película. Todo gira a su alrededor y desde él se desarrolla la historia.

Kong: La isla Calavera cuenta con buenos efectos especiales y una gran ambientación relacionada a la época de los ’70, con una gran similitud a Apocalypse Now (1979) en cuanto a su estética.
En la parte sonora, Kong hace uso y abuso de la música para recorrer distintas escenas. En su utilización reiterativa al usar temas demasiado conocidos y comerciales -tomando artísticas como David Bowie, Led Zeppelin– se manifiesta una saturación que entorpece y molesta el desarrollo natural de las escenas.

En lo actoral, Kong: La isla calavera descuida a cada uno de sus personajes. Tom Hidleston brilla por su ausencia como protagonista, a su vez, el papel de Brie Larson fue introducido a la fuerza. Por otro lado, Samuel Jackson como el militar a cargo de la expedición deja mucho que desear y resulta poco creíble. Los personajes humanos en Kong dejan en manifiesto que mucho no importan sus reflexiones y pensamientos, ya que es muy vago el campo en el cual se desarrollan sus personalidades y conflictos.

El problema se halla en que se busca crear una reflexión de cómo afecta la guerra a los soldados y ex-combatientes, aunque la película no tome los recados suficientes para crear una respuesta más profunda y menos superficial. Entre todo el cast, el mejor personaje es el de John C. Reilly; divertido, irónico, con grandes diálogos y participaciones.

El guión de Kong no rescata ni explota a estos personajes. Simplemente, se basa en exponer su capa más superficial y servicial para cumplir de manera escueta al desarrollo de la película, tomando al gigante como único foco relevante e importante.

Finalmente, Kong es una buena idea sobre como adaptar un clásico a una nueva época, pero que se limitó a explotarlo solamente desde lo visual, dejando lo narrativo para un segundo o tercer plano.