Kingsman, el servicio secreto

Crítica de Juan Pablo Bondi - Fuera de campo

En los últimos años, el realizador Matthew Vaughn hizo conocido su deseo de dirigir un film de James Bond, sin lograr resultados positivos ya que no convenció a los productores de la saga del agente 007. En consecuencia, Vaughn se ha dedicado incluir elementos (y a gente del equipo técnico) de Bond en sus propios films, culminando con Kingsman: El Servicio Secreto, un homenaje no sólo al super agente secreto sino también a otros films o series de espías de los años '60 y '70.
Kingsman: El Servicio Secreto retrata el viaje de iniciación de Gary "Eggsy" Unwin (Taron Egerton) en mundo del espionaje de la mano de su mentor Harry Hart (Colin Firth). Esta premisa se ha utilizado en el cine durante mucho tiempo pero Vaughn y su equipo no sólo utilizan elementos familiares (o clichés del género) sino que los modifican a gusto.

Kigsman es precisamente un homenaje/deconstrucción del género de espías británico: el uso de artilugios tecnológicos, martinis, viene de Bond. La aparición de Michael Caine es una clara alusión a su recordado papel de Harry Palmer (¿y a su participación en Austin Powers?) en The Ipcress File, Funeral in Berlin y Billion Dollar Brain. La entrada secreta de Kingsman a través de un negocio de ropa es en referencia a El Agente de CIPOL (The Man from U.N.C.L.E.) y el clima general y la actitud bien británica del film recuerda más a la serie de TV Los Vengadores (que no son los superhéroes de Marvel) que a Bond, quien siempre tuvo una cualidad más internacional.

Kingsman no es solamente homenaje y alusiones a sus influencias, sino que tambien tiene personalidad propia, expresada en una actitud más contemporánea: un montaje por momentos alocado, una trama que no se aferra al realismo o verosimilitud, un inusual villano estadounidense, también se retrata las diferencias entre las clases sociales británicas y algunos de los problemas actuales en el mundo. Quizás el cambio más importante es el uso del personaje principal, Eggsy, ya que el protagonista no pertenece a la elite social que los films británicos de espías suele retratar. Otro elemento distintivo es la violencia, que se muestra mucho más absurda, cómica y sangrienta que en otros films de espías británicos.

Kingsman: El Servicio Secreto es, más allá de algún problema de ritmo, un film de espionaje con tono liviano (sin llegar a ser parodia o cómica) y ciertos toques de humor que, a su vez, toma a sus personajes en serio. Kingsman es un producto alocado que disfruta de su exhuberancia y su extravagante violencia sin llegar a niveles ofensivos. Es un perfecto James Bond del siglo XXI hecho por fanáticos del mítico personaje.

ACLARACIÓN: En la Argentina se estrenó una versión del film con una escena censurada.