Kingsman. El círculo dorado

Crítica de Marcelo Artal - La letra indómita

Los superagentes del disparate…

En la misma sintonía que su antecesora, la secuela de Kingsman es una sátira delirante del mundo del espionaje que, cuando no es ácida y divertida, destella con escenas de acción vibrantes y efectivas. Es una película bipolar, de alto contraste, que podría ser mejor si se comprometiera más con su género troncal.

Lo mejor:
- La cinematografía en general, las escenas de acción en particular y, por sobre todas las cosas, la fantástica edición digital
- Un reparto de lujo

Lo peor:
- Llevar el disparate al extremo desdibuja a los protagonistas y quita sustancia a la trama