Kick-Ass

Crítica de Martín Lipszyc - Comunar

Hay dos grupos claramente distinguibles entre los varones de cualquier colegio secundario: los deportistas y los que no son tan amantes de la actividad física. Y puede ser hasta irónico que entre tanta desesperación mundialista (a la que, confieso, me sumo sin vergüenza alguna), llega una película que toca un tema que muchos podrían considerar casi antagónico y que solía ser elegido por los más “nerds”: el mundo de las historietas.

Kick-Ass cuenta la historia de Dave Lizewski, un joven que vive su vida sin sobresaltos, no es ni el popular mariscal de campo de su escuela, pero tampoco el ultraestudioso. Se trata de un estudiante promedio que un buen día se hace una pregunta sensata, ¿Cómo puede ser que, habiendo tantos fanáticos consumidores de cómics, ninguna persona haya decidido convertirse en un superhéroe de carne y hueso?

Decide entonces ser el primero, compra un traje de neoprene, consigue una máscara y da vida al justiciero “Kick-Ass“.

Su idea es combatir las injusticias de la vida diaria, pero se da cuenta de que, en la realidad, es mucho más difícil que en la ficción. Para empezar, su atuendo no causa temor sino carcajadas entre quienes lo ven. Y para seguir, él no es alguien preparado física o técnicamente como para enfrentarse a maleantes. Tal es así que, cuando por primera vez quiere intervenir ante unos ladrones, se come una paliza impresionante.

Recuperado, decide ocuparse de cuestiones no tan sanguinarias. Pero buscando un gato que se ha perdido en el barrio, se topa con un hombre que es atacado por otros dos. Las ganas de hacer justicia persisten y defiende al numéricamente inferior. Lo fajan, pero los golpeadores terminan yéndose. Esta pequeña victoria se magnifica porque justo había alguien mirando y filmando todo con su celular. Éste sube el video a Internet y, de la noche a la mañana, Kick-Ass se convierte en un fenómeno popular.

Habiendo un joven casi perdedor, era lógico que incluyeran a una chica. Ella no le da bola, pero finalmente él logra acercarse haciéndose pasar por su amigo “gay” y descubre que la joven está en un problema serio. Interviene como Kick-Ass sólo para darse cuenta de que los malos en cuestión están con un tema pesado como las drogas. A punto están de matarlo cuando entran en juego los otros protagonistas: Big Daddy -Nicolas Cage- y Hit-Girl -Chloe Moretz-.

Big Daddy y Hit-Girl son en realidad un padre y su pequeña hija que realmente hacen justicia, pero por beneficio propio. Él es un ex policía que tiene acceso a logística y armas, además de estar preparado en artes marciales. Al punto tal que su pequeña hija es prácticamente una máquina de matar.

Así, Kick-Ass se ve envuelto en una trama con mafiosos y justicieros en serio, de la que sólo podrá salir sumándose al dúo de Big Daddy y Hit-Girl en su lucha contra los malvivientes.

Una gran película, altamente recomendada, con Nicolas Cage en un papel que le calza justo.

Muchos criticaron el excesivo nivel de violencia que tiene (muertos reales y sangre por doquier, al punto de que una nena de unos 12 años asesina a mucha gente) pero creo que cualquiera con una lectura fina comprenderá el mensaje.

Por otra parte hubo una polémica con el cómic de Sebastián De Caro, “Doméstico“. Leí la historieta, la recomiendo, encuentro varios puntos similares -¡hasta los colores del traje!-, pero como el propio Sebastián se encargó de aclarar, toda disputa en el mundo legal excede las posibilidades de un grupo de creativos argentinos…

Más allá de esta discordia, Kick-Ass la rompe.