Kick-Ass

Crítica de Fernando Alvarez - Todo lo ve

Manual para construír un superhéroe

Creativo por donde se lo mire, este film basado en la historieta de Mark Millar (autor de Se busca) combina de manera eficaz el humor y la acción con los tópicos de relatos sobre supoerhéroes. Y se los toma en broma.

En Kick-Ass, Dave Lizewski (Aaron Johnson) es un chico adolescente como cualquier otro, solitario, que crece bajo el cuidado de su padre (su madre muere de forma repentina durante el desayuno) y vive pegado a su computadora, frente a la que libera su libido sexual. De la noche a la mañana, enfundado en un ajustado atuendo verde que lo asemeja a El acertijo, decide convertirse en el superhéroe del título, inspirado en las historietas. Y esto le traerá muchos dolores de cabeza y unas cuantos huesos rotos.

Y menos mal que no está solo en su osada misión de combatir el mal en las calles: en su camino aparece un misterioso vigilante llamado Big Daddy (Nicolas Cage) y su acrobática hija Hit-Girl, quienes están tramando un plan para detener al capo de la droga Frank D'Amico (Mark Strong, visto en Sherlock Holmes).

Si algo define al film es la astucia para enhebrar todas estas historias en las que se ponen de manifiesto el despertar sexual, el romance, las apariencias engañosas (el protagonista se hace pasar por gay para estar cerca de la chica que le gusta) y el tema del doble oculto (o aquí no tanto). Y así desfilan por la ingeniosa trama los gags bien resueltos y dosificados, alternados con explosivas escenas de acción que harían temblar a más de un superhéroe. Además, está presente la venganza que impulsa Big Daddy, el otro héroe enmascarado (cualquier similitud con Batman no es coincidencia) y su peligrosa niña. Y un personaje más (el hijo del villano) que trepa al mismo nivel que Dave, permitiendo la lectura del "hijo malcriado de padre rico y Dave, hijo de padre trabajador".

Las referencias a films populares y a series como Lost también están en boca de los personajes. En Kick-Ass todo funciona como un mecanismo de relojería y el resultado es un producto violento, con muchísimo sentido del humor y con un enfrentamiento feroz que recuerda al Kill Bill de Tarantino. Todo está contado en clave de sátira, donde el héroe no tiene superpoderes: los construye a partir de su imágen en Internet que cobra popularidad y se esparce como reguero de pólvora. Al igual que las balas y el humor de la trama. Imperdible.