Kick-Ass 2

Crítica de Matías Orta - A Sala Llena

Kick-Ass fue uno de los éxitos sorpresa de 2010. Dirigida por Matthew Vaughn, basada en un comic de Mark Millar y John Romita Jr., presentaba las andanzas de David Lizewski (Aaron Taylor-Johnson), un adolescente simplón que decide convertirse en superhéroe… aunque no tiene ni superpoderes ni agilidad ni fuerza; sólo un disfraz y las ganas de combatir a los malos. En su camino se cruzan otros “entusiastas”: Big-Daddy (Nicolas Cage), su pequeña pero letal hija Mindy/Hit-Girl (Chloë Grace Moretz), y Chris D'Amico/Niebla Roja (Christopher Mintz-Plasse), quien resulta ser el hijo de un temible mafioso. La explosiva mezcla de diversión e hiperviolencia le ganó a la película muchos fanáticos. La llegada de Kick-Ass 2 era cuestión de tiempo.

Tras un tiempo alejado de las calles, Dave retoma su carrera como Kick-Ass y pronto se una a una suerte de Liga de la Justicia de superhéroes de la vida real, liderada por un extravagante ex mafioso (Jim Carrey), devenido en hacedor del bien. Por su parte, Mindy, ahora adolescente y bajo la protección de un amigo policía de su padre, intenta dejar su faceta de Hit-Girl para tratar de ser una joven normal, con amigas y novio deportista. Una tarea más difícil que el peor de los criminales. Y hablando de criminales, Chris abandona su traje de Niebla Roja para transformarse en The Motherfucker, el villano de turno, que tiene en mente vengarse de Kick-Ass mediante grandes recursos económicos y temibles matones. Por supuesto, las peleas y la sangre no se harán esperar...