Kékszakállú

Crítica de Natalia Trzenko - La Nación

Film evocativo y diferente

Inspirado por la ópera El castillo deBarba Azul, de Béla Bartók, Solnicki creó un film que, aunque se trate de una ficción, parece una continuación creativa y emotiva de su documental Papirosen, centrado en algunos integrantes de su propia familia.

Aquí el sentido de intimidad y pertenencia continúa y hasta se profundiza, no sólo porque ciertos personajes vuelven a ser parte de la familia del realizador sino también por su profunda mirada a un ambiente y a sus criaturas. Todo comienza con evocativas secuencias de un complejo vacacional en Punta del Este, en el que la agudeza de Solnicki sobre detalles repletos de drama y su peculiar humor se combinan con la prodigiosa dirección de fotografía de Diego Poler y Fernando Lockett.

Entre los tres fabrican un cuadro tan complejo como bello en el que los personajes existen entre actividades ociosas y una abulia que insinúa aquello que se esconde bajo la superficie. El final de la niñez, el comienzo de la adolescencia y una juventud repleta de asordinadas incertidumbres.

No dicen mucho los personajes de Solnicki pero de todos modos el director se las ingenia para comunicar su desazón especialmente cuando se trata de Lara (Lara Tarlowski) y Laila (Laila Maltz), aisladas y al mismo tiempo parte de su privilegiado ambiente. Los planos de la introspectiva Laila en busca de su lugar en el mundo hablan del trabajo de un realizador distinto que encuentra desesperación y humor en los lugares menos pensados.