Kartun (el año de Salomé)

Crítica de Patricia Espinosa - Ámbito Financiero

Retrato vivo y desacartonado de Kartun

Campechano y locuaz, el dramaturgo Mauricio Kartun se conduce con absoluta naturalidad ante el equipo de filmación que durante dos años siguió de cerca todas sus actividades (y momentos de ocio), tomando como hilo conductor el montaje de su última pieza, "Salomé de Chacra".

Con calidez y sin apuro, Kartun reflexiona sobre sus procedimientos creativos (hábilmente relacionados, a través de imágenes, con su afición a la jardinería y su famoso archivo de fotografías antiguas que inspiró varios trabajos suyos). En la intimidad de los camarines, en su casa de Villa Crespo o descansando en Cariló, desgrana recuerdos y expone su visión del mundo sin que la mirada de los directores Mónica Salerno y Hugo Crexell interfiera -o revele contradicción alguna- en este autorretrato.

El autor de "El niño argentino", y "Ala de Criados" (obras en las que expuso nuestros mitos y vicios nacionales con notable lucidez y espíritu lúdico) siempre se ha destacado por su virtuoso manejo del lenguaje en donde conviven lo sublime y lo pedestre. De esto dan testimonio algunos fragmentos de "Salomé..." incluidos en el largometraje. Sin embargo, cuando Kartun teoriza, lejos de aburrir con su erudición, habla con el corazón y a puro histrionismo. Algunas de sus frases parecen acuñadas por Maradona, no por un dramaturgo consagrado. Pero él disfruta a sus anchas de estos exabruptos. Así confiesa exaltado: "El estreno de 'Pericones' [Teatro San Martín] fue un momento de gran angustia. En términos genitales, creí que había escrito 'la gran poronga', una obra épica, con muchos personajes. Pero cuando escuché el comentario poco entusiasta de un espectador, me dije: 'La tenés chiquita, Kartun'").

El documental cumple en ofrecer la imagen viva y desacartonada de alguien que disfruta de su oficio, lo comparte generosamente y se burla de las formalidades.