Karate Kid

Crítica de Diego Batlle - Otros Cines

Levántate y anda

Hace ya algo más de un cuarto de siglo, una pequeña película sobre la relación mentor-discípulo con todos los clisés del género deportivo (con la redención y la fuerza del espíritu como principales ejes) se convertía en un inesperado éxito con destino de culto.

La Karate Kid de 1984 duraba nada menos que 126 minutos, fue dirigida por John G. Avildsen y encabezada por Pat Morita y Ralph Macchio. Esta remake dura aún más, ¡140 minutos!, tiene a Harald Zwart (La Pantera Rosa 2) como realizador, y a Jaden Smith (hijo de Will Smith y Jada Pinkett Smith, coproductores de la película) y al gran Jackie Chan (ya con 56 años en el lomo) como protagonistas. Sin embargo, contra todos los pronósticos, este reciclaje incluso amplificado resulta un más que aceptable producto dentro de las convenciones e inevitables lugares comunes del caso.

Las principales variantes -además de los 14 minutos de más, claro- tienen que ver con que Dre (un Jaden Smith con trencitas afro), el niño de 12 años que es el gran héroe del relato, se muda con su madre Sherry (Taraji P. Henson) desde la decadente Detroit a la pujante Beijing para que ella trabaje en la industria automovilística china (no veremos una sola imagen de eso).

Ya instalado en ese desconcertante destino, Dre se enfrenta a los abusos de Cheng (Wang Zhenwei), lider juvenil de su colegio y luchador aventajado de una escuela de kung fu que enseña muy malas artes; y se enamora de Mei Ying (Han Wenwen), una bella violinista que intenta ingresar a la Academia de Artes local. Cuestión que el protagonista se ve obligado a inscribirse en un torneo y -como no sabe nada de artes marciales- terminará siendo entrenado por Mr. Han (Chan), un viejo maestro caído en desgracia (carga el trauma de un accidente automovilístico que devastó su familia). O sea, la mejor manera de una recuperación conjunta.

En el medio, por supuesto, tendremos escenas en la Gran Muralla, en la Ciudad Prohibida y en la Villa Olímpica como para apreciar el esplendor turístico y económico del lugar, pero más allá de pintoresquismos y arquetipos varios, la película no sólo se sostiene en buena parte de su extenso metraje sino que lo hace con bastante soltura y nobleza. Los fans de Jackie Chan extrañarán sus ya míticas coreografías (igual hay un par de momentos para su lucimiento) y fuerte dosis de nostalgia y déjà vu aflorarán en varios momentos. Esta Karate Kid, tan sencilla y superficial como la anterior, sigue siendo también igual de efectiva.