Karakol

Crítica de Gastón Dufour - Cinergia

El duelo como inicio

Un duelo es un proceso complejo, tan inabarcable como la posibilidad de entenderlo si no es propio y tan inentendible como los más secretos misterios del universo, y de eso, entre otros temas, trata Karakol, la película de Saula Benavente, estreno de esta semana en Cine.ar. Porque cuando se pierde a una persona se pierde no solamente la existencia, se pierden los momentos, los recuerdos, las risas, y tal vez hasta algún momento triste. Y es en ese proceso que nos perdemos y nos sentimos mareados y confundidos.

En Clara Agustina Muñoz recae el papel de una hija que acaba de perder a su padre y de algún modo queda así, perdida en sus sentimientos y en el diálogo que ya no será posible.

Nunca se sabe hacia dónde puede llevar la búsqueda, y en el caso de la protagonista, es hacia un viaje de rastreo de una probable historia paralela de su padre. Las historias de los países que rodean el punto exacto del viaje que será el destino. Y será ese viaje a un casamiento la excusa para ver esos lugares y descubrir el misterio que se cree existe. Una road movie cuyo recorrido es más un laberinto interno que un viaje por rutas inhóspitas en busca de desentrañar el pasado.

El reconocimiento del otro (ese otro con el que ya no es posible hablar, con el que ya no se puede entablar ningún intercambio), en el que se puede ver el espejo propio, transforma, de todos modos, a quien ha quedado de este lado del espejo, cual una Alicia posmoderna, peleando por ver qué es real y qué no lo es. Y así, con todo lo aprendido y recibido de su familia de buen pasar Clara (en que tiene un peso la medre y en una muy buena interpretación de Soledad Silveyra) prefiere abrirse y dejar de lado la mirada partida respecto de la realidad. Guardar la basura debajo de la alfombra ya no es una opción.

La producción tiene excelente forma y un muy buen trabajo de imagen en los paisajes que retratan, de algún modo, cierta desesperanza y tristeza del personaje principal, que es pintado sin evitar mostrar esos sentimientos, atravesando así la búsqueda que todos sentimos alguna vez en lo profundo.