Justin Bieber: Never say never

Crítica de Juan Pablo Russo - EscribiendoCine

Mi nueva vida normal

Justin Bieber pareciera ser a simple vista uno de
esos inventos marketineros de las grandes
discográficas para cautivar niñas y adolescentes
desesperadas por tener un ídolo a quien amar.
Pero Justin Bieber: Never Say Never (2011)
tira esta hipótesis por la borda ya que lo que
presenta es algo totalmente opuesto a dicha
realidad. El documental nos muestra a un joven
de casi 17 años que es la excepción a la regla
dentro de un mercado superlativo en el que
prima el comercio por sobre la creatividad, y no
es que Justin no lo sea pero su carrera va por
otro lado.

Justin Bieber: Never Say Never no es un
recital, tampoco el bakstage de una gira ni
siquiera una película biográfica. Es todo eso junto
y mucho más. Tomando como excusa el recital
que el artista daría en el Madison Square Garden,
nos muestra a este extraño fenómeno musical
contemporáneo que en menos de un año se
convirtió en estrella gracias al canal de videos de
YouTube, y al empecinamiento de su manager,
Scooter Braun, que nunca perdió la fe en él a
pesar de la negativa de las discográficas.
A través de la observación el documental va
transitando la vida del personaje en el periodo
que antecederá al mítico concierto y que
se mezclará con material de archivo casero,
testimonios de familiares, amigos y algunas
celebridades, junto con aquellos momentos que
hacen a su “vida normal”. Uno de los logros es el
de mostrarlo como un ser con una vida igual a la
de cualquier chico de su edad más allá del
momento que está atravesando. A pesar de la
fama es un adolescente más aunque como dice,
la mega estrella, Miley Cyrus en algún momento
de la película esta es la nueva vida normal que él
eligió.
Como todo documental se hace un recorte de la
realidad y por ahí peca de no mostrar la vida
sacrificada de un artista. Es por eso que no vemos
las horas de ensayo, las largas lecciones de canto
ni el “tormento” de lo que puede ser una gira.
Recien sobre el tramo final se centra en los
riesgos de forzar la voz y en las consecuencias
que trae hacer más conciertos de lo que la salud
aguanta, sobre todo para un joven de su edad.
El formato 3D no varía en mucho a lo que podría
llegar a ser una proyección en 2D. Recién se
justificará sobre el final en la escena que veremos
acompañada de una lluvia de papelitos. Después
no variará en nada su injustificada elección sólo
para mostrar alguna cabeza que sale de la
pantalla mientras se ven imágenes de algún
recital. En este caso el formato no es funcional al
proyecto aunque sí sirve para evitar la piratería.
Justin Bieber: Never Say Never no sólo es un
documental para adolescentes fanáticos y
eufóricos capaces de desbordar un concierto, un
cine o lo que sea. Sirve para conocer más allá de
la música (sus cualidades musicales queda claro
que no está en discusión en este texto) ese otro
lado de la fama y como es la vida de alguien que
eligió renunciar a su vida normal para tener una
nueva vida …también normal. Considerando que la
normalidad varía de acuerdo con que vara se
mida, y lo que para unos es normal para otros
será todo lo contrario.