Jurassic World: El reino caído

Crítica de María Paula Putrueli - Cuatro Bastardos

Jurassic World 2: : ¿Quién engañó a Claire Dearing?
Tuvo que cumplirse un cuarto de siglo para que se hiciera la mejor secuela de la saga original de Jurassic Park. El director Juan Antonio Bayona retoma la magia de Spielberg y nos regala un poco más de dos horas de entretenimiento puro.
En la primera entrega de la saga, el paleontólogo Alant Grant (Sam Neill) y la paleobotánica Ellie Sattler (Laura Dern) eran llevados a un parque de atracciones ubicado en la Isla Nublar, con la promesa de vivir la mejor experiencia de sus vidas, ya que la particularidad del mismo es que la atracción principal eran los dinosaurios (vivos, enormes, impredecibles). El dueño, John Hammond (Richard Attenborough), comete el primer engaño (quizás el más inocente de todos los que vendrán en el resto de la saga) y promete casi un parque de diversiones que termina por convertirse en una odisea donde todo se descontrola y lo único que importa será salvar la vida de todos los humanos dentro del Parque Jurásico.
En “El mundo perdido: Jurassic Park (The Lost World: Jurassic Park, 1997)“ misma formula, esta vez Hammond convoca al excéntrico matemático Ian Malcolm, interpretado de nuevo por Jeff Goldblum (quien ya había sido parte de la primera entrega, aportando los momentos de humor a la misma) y lo convence para volver a la isla, ya que el sobrino de Hammond planea sacar a los dinosaurios de allí para su posterior venta. Por supuesto, todo lo que puede salir mal, sale mal, y mientras ambos bandos luchan por intereses distintos, los dinosaurios se siguen cargando unas cuantas vidas más.
Ya en “Jurassic Park 3 (2001)”, el guión baja bastante las pretensiones, y nuestro querido doctor Grant vuelve a ser engañado para volver, ahora a la Isla Sorna (lugar donde habían trasladado a los dinosaurios en la entrega anterior). Esta vez un matrimonio lo contrata diciendo que solo quieren volar cerca de la isla y quieren su experiencia sobre los famosos animales. El doctor Grant tentado por una gran cantidad de dinero que lo ayudaría en sus investigaciones acepta, y claro…Engaño número 3, la intención real del matrimonio es bajar a la isla donde su hijo desapareció luego de una excursión y vuelta al ruedo, las corridas, las muertes, los momentos de tensión.
En la cuarta entrega cambia un poco el tono, y “Jurassic World (2015)”retoma la acción situándola de nuevo en la isla Nublar donde todo comenzó, con una premisa similar a la original: el concepto sobre la ambición humana, traspasando todos los límites posibles, legales y éticos. Un nuevo parque se ha construido y la mayor atracción es la creación de una nueva especie de dinosaurio. Alteración genética mediante, nace el Indominus Rex. Aquí los personajes se renuevan, por un lado Claire Dearing (Bryce Dallas Howard) quien oficia como manager del parque y Owen Grady (Chris Pratt) un “entrenador“ que trabaja con la especie velociraptor, demostrando la inteligencia y capacidad de obedecer de estos animales. Owen construye una relación de amistad, podría decirse, con uno de ellos, la hembra Blue, quien lidera la manada. Así entonces están las cosas, nuevo parque, nuevas especies, mismos problemas, cuarto engaño. El final aquí coincide con el final de la primera Jurassic Park: los dinosaurios quedan al libre albedrío en una isla donde la convivencia con los humanos ya no es opción.
Y llegamos a la última y emocionante parte (al momento, desde ya vendrán más) donde nos preguntamos: ¿Por qué razón Clare Dearing volvería a la isla donde casi pierde la vida? Bueno, si bien por supuesto lo hace engañada, ya que Eli Mills, interpretado por Rafe Mills (administrador de la fortuna de Benjamin Lockwood, socio del viejo Hammond) la convence de querer salvar a todos los dinosaurios que han quedado en la isla y están expuestos a la inminente erupción de un volcán que acabará con todo ser vivo. Esto en parte es cierto, pero la verdadera razón de este salvataje implica vender las especies a los peores mercenarios y traficantes de animales de todas las partes del mundo.
Dearing, ex manager devenida en ecologista y proteccionista de los dinos, acepta el trato en pos de salvarlos y arrastra consigo al bueno de Owen, el único capaz de poder rastrear al animal más inteligente en la isla: la velociraptor Blue.
El desenlace en cuanto a línea argumental no se corre de toda la historia en general que hemos mencionado, entonces, ¿donde radica la maestría de Bayona? En entender de manera perfecta lo que el público espera de estas películas: adrenalina 100% desde el minuto uno. Aquí no se pierde el tiempo presentando personajes irrelevantes, dando vueltas para contar lo importante, ya que desde el primer momento el director nos adentra en una película que oscila entre la ciencia ficción, el drama, la aventura, el terror, la comedia y le suma una cuota emocional y de reflexión sobre las repercusiones del mal uso de la tecnología y las alteraciones genéticas que el ser humano está dispuesto a realizar con el fin de enriquecerse cada vez más.
Los dinosaurios aquí son por un lado la figura amenazante de la historia, aunque nada produce más miedo que el accionar humano, y por otro lado son las víctimas en cuestión, una especie ya extinguida que vuelve a correr peligro de extinción, que se mueven como fichas de ajedrez en el tablero de los intereses de los más poderosos y patéticos humanos.
El director de películas formidables como “El orfanato (2008)“ y “Un monstruo viene a verme (A Monster Calls, 2016)“ arma un equipo de lujo para la propuesta, con Colin Trevorrow, director de la entrega anterior y guionista de la actual y una vuelta fundamental, la de Michael Giacchino soberbio compositor quien se despacha con una banda sonora inolvidable, que incluye las emblemáticas melodías de John Williams.
Tal vez la fórmula narrativa no aporte mucho a la franquicia pero si hablamos de películas blockbuster, de mega tanques cinematográficos, de aventuras épicas visualmente fantásticas, Jurassic World: El Reino Caído, tiene todo lo necesario para romper la taquilla, dejando un final abierto con una posible convivencia entre humanos y dinosaurios.