Jurassic World: El reino caído

Crítica de Fernando Sandro - El Espectador Avezado

El español J. A. Bayona toma las riendas en esta quinta entrega de la saga "Jurassic World: El reino caído", que más se disfrutará cuando se focalice en los animales que le dan sentido a la aventura.
Desde que en 1993 Steven Spielberg volvió a revolucionar el universo de los tanques cinematográficos con "Jurassic Park", la saga basada originalmente en una novela de Michael Crichton se convirtió en una de las franquicias más sólidas, no solo en cuanto a rendimiento de ventas, sino en resultados de calidad. Hace tres años, la historia revivió en manos de Colin Trevorrow (que ahora co-escribió el guion), siempre con el asesoramiento cercano de papá Steven al que, se sabe, le cuesta despegarse de sus hijos.
"Jurassic World" sorprendió convirtiéndose en una de las mejores entregas del conjunto, con mucha aventura, cuasi reinicio, un espíritu renovado para la nueva generación, y abrazando el espíritu del estilo Clase B (aún con mucho presupuesto) que esta historia sobre dinosaurios comiéndose humanos demandaba. Los dinosaurios ya no están para descansar, y acá tenemos "Jurassic World: El reino caído", continuación directa del film de 2015.
A diferencia del film de Trevorrow que basaba su anclaje en la saga a través de homenajes y guiños textuales y visuales, "Jurassic World: El reino caído" relaciona directamente su argumento a la primera trilogía. Algo similar a lo que sucedió entre "Prometéo" y "Alien: Covenant", aunque con resultados mucho más positivos. Tres años después de los acontecimientos del parque "Jurassic World", el proyecto fue ¿abandonado? tanto como la isla.
Los dinosaurios viven allí, alejados, en medio de las ruinas y librados a su suerte. Pero el volcán que se ubicaba en el centro del lugar entra en actividad y la vida de estos seres prehistóricos corre peligro.
La ex responsable de relaciones del parque Claire Dearing (Bryce Dallas Howard) es ahora una activista por los derechos de los dinosaurios, en medio de un debate legislativo sobre su rescate e integración, o su olvido y pronta extinción.
Ella será convocada por Eli Mills (Rafe Spall), nuevo responsable de la corporación Lockwood (el socio del fundador original Hammond) con la excusa de emprender un viaje junto a un equipo de soldados e investigadores (Ted Levivne, Justice Smith, y Daniella Pineda, a la cabeza) hacia la isla en rescate de los dinosaurios, y no lo duda. Antes debe convencer al reacio Owen Grady (Chris Pratt) de unirse al conjunto, él es el único que puede controlar a la manada.
De hecho, los personajes de Claire y Owen en este punto parecen estar invertidos de lo que fue la primera entrega. La antes burócrata refinada Claire, ahora no repara en dejar todo por salvar a los dinosaurios.
El antes humanizador de dinosaurios Owen, ahora, en un principio, no quiere regresar, siendo capaz de dejar morir hasta a su protegida velociraptor Blue. Quien se ubica detrás de cámara no es otro que J. A. Bayona, enfrentando su primer tanque hollywoodense.
El director de "El orfanato", "Lo imposible", y "Un monstruo viene a verme", no se trata de un realizador acostumbrado al piloto automático, tiene una impronta propia, y sí, pudo imponer su estilo en parte de esta película más allá de pertenecer a una franquicia preestablecida. El argumento tiene varios giros y sorpresas, algunos más obvios que otros, mejor será descubrirlos cuando vean la película.
Si "Jurassic World" redefinía en parte lo que fue "Jurassic Park"; esta secuela toma mucho de "El Mundo Perdido: Jurassic Park" y "Jurassic Park III". Sobre todo en sus momentos selváticos, en la integración militar, en el modo en que los personajes son reclutados (escena de remolque y bar incluido), y en agregar conflictos familiares. También tomará algo del espíritu de Alien: El regreso y Alien III cuando comience a desarrollar su acción.
Bayona se caracteriza por posar la mirada en sus personajes; exponer el drama a través de las vivencias de ellos; algo que en "Jurassic World: El reino caído" también estará presente. También es propenso a los golpes bajos, y acá, aunque por suerte más medido que anteriormente, tendrá su momento (muy emotivo por cierto). Al igual que "El mundo perdido: Jurassic Park", "Jurassic World: El reino caído" tiene dos tramos diferenciados, aunque integrados.
El primero, de desarrollo, con la acción que tarda en llegar luego de una secuencia inicial sublime.
uando entremos a la segunda parte, con más vértigo, la historia también se potencia. "Jurassic World: El reino caído" no llega al nivel de diversión de su directa antecesora. Trevorrow había realizado un film disparatado, que abrazaba sus propias “ridiculeces” a favor de un entretenimiento puro y sin fin que desde la platea aplaudíamos a rabiar. Bayona se aleja de ese espíritu, vuelve al estilo mainstream original, e igualmente consigue algo destacable.
No todas las subtramas y vueltas funcionan, es más, en determinados momentos querremos que dejen de hablar para que aparezcan los dinosaurios, y hasta alguna “sorpresa” pareciera ser innecesaria, o no aportará mucho más allá de darle justificación a un personaje nuevo que hasta el momento ocupa tiempo de metraje sin explicarse.
Todo este desvarío sobre los humanos, se compensa cuando aparezca la acción y Bayona demuestre que no es un director más. El creador de "El orfanato" filma escenas dignas de una terror, hay suspenso, vértigo y acción, también un humor bien dosificado y acertado.
El conjunto de planos logrados, sumado a una fotografía que mezcla tonos oscuros y juegos de luces increíbles, demuestra el nivel de detalle puesto en crear sensaciones que nos aten a la butaca. Así, "Jurassic World: El reino caído" se disfruta como debe ser. En esos momentos se consiguen escenas que pueden ubicarse dentro de las mejores de la saga.
"Jurassic World: El reino caído" es una digna integrante de una franquicia que siempre parece tener algo nuevo que contar. Abre un debate, realiza nuevos planteos, y presenta nuevos personajes villanos y héroes (más algún dino nuevo para la muchachada) que cumplen como tal – tienen su razón de ser y no son simples peones –, y complejiza a los existentes.
En el medio entretiene, nos aterroriza, no hace aplaudir, y lo más importante, nos deja con muchas ganas de más.