Juntos... pero no tanto

Crítica de Rolando Gallego - El Espectador Avezado

Lugares comunes, clichés, formulas probadas, excepto en “North” (USA, 1994) Rob Reiner es un especialista en aprovechar esto y en “Juntos pero no tanto” (USA, 2014), apuesta a lo seguro sin tener que arriesgarse más que en su propia exposición a la cámara en un personaje secundario.
En la historia de un cascarrabias sin corazón (Michael Douglas) y que ha cerrado sus sentimientos luego del fallecimiento de su mujer tras una larga enfermedad hay mucho de la última comedia americana blanca.
Oren (Douglas) vive en un pequeño complejo de apartamentos en los que intenta alejarse del ajetreo laboral, en el que mostrar casas y mentir son sus principales tareas. Para contrarrestar este panorama Reiner nos presentara a Leah (Diane Keaton) su dulce y buena vecina, con quien mantiene una relación de amor/odio inquebrantable.
Ambos personajes son presentados en ámbitos diferentes. Oren es la persona que aún trabaja y que se esfuerza por alcanzar un último objetivo (vender una vivienda en 8.6 millones de dólares), mientras que Leah (Keaton) es mostrada como un ser más sumiso y dedicada a tareas hogareñas y en parte a recuperar su actividad como cantante en un pequeño bar de mala muerte.
Mientras uno es ermitaño y solitario, el otro es amigable y perserverante, aún la vida les vaya poniendo obstáculos y colocándolos en lugares que a su edad aún no se imaginaban estar, como que un día el hijo de Oren se presenta con una nieta, que él desconocía, y, con la que deberá relacionarse a regañadientes.
Pero como bien dice el refrán los opuestos se atraen y en la mutua colaboración un acercamiento inesperado hará que esa relación otrora casi sin dialogo, solo monosílabos y un buenos días/buenas noches, gire hacia un entendimiento que a pesar de haberse iniciado con una mala noche pueda transformar a este grinch irascible en el ser más comprometido y amistoso del vecindario.
Keaton aprovecha el lugar que Reiner le otorga y pese a que el protagonismo es de Douglas (en esta película físicamente igual a su padre) potencia a la Leah, la cantante de viejos clásicos, con una maestria similar a la que interpreto en “Alguien tiene que ceder” (USA, 2003) y explorando la línea argumental que acerca a “Juntos pero no Tanto” a clásicos que exploran el amor en la tercera edad (“La fuerza del cariño”, “Romance Otoñal”, “Elsa y Fred”) y que tanto gustan al público.
Obviamente que Oren luego será transformado por su nuevo entorno y principalmente por Leah y allí comenzará otra película, en la que los sentimientos iniciales se cambian y se transforman corriendo el metraje.
Sencilla en la puesta y con una intención clara de trazar personajes con características de tómelo o déjelo, a “Juntos pero…” le sobran minutos y le faltan más punchlines, pero cumple en lo que propone, generando empatía en los seguidores de Keaton y Douglas y en los amantes de las comedias románticas.