Jungle Cruise

Crítica de Lucas Manuel Rodriguez - A Sala Llena

AVENTURAS DE FLIPPER

Buena parte de su público arriesgará con la comparación a Piratas del Caribe, la otra adaptación cinematográfica del juego de parque temático apropiado por Disney. Otra, simplemente, evaluará la cantidad de nombres involucrados en el guion y desarrollo de la historia y, probablemente justificándose por la cantidad de veces que fue postergada -incluso mucho antes de comenzar la pandemia-, dirá que Jungle Cruise no es más que un producto manoseado por una corporación maligna que no sabía cómo sacárselo de encima.

Hay una tercera posición -mi favorita- y es la de quienes se la pasaron estas últimas semanas depositando buenas expectativas al film protagonizado por Emily Blunt y Dwayne ‘La Roca’ Johnson, solo por los últimos posters publicitarios auspiciados por marcas como Dolby Cinema, Real-D o Imax. Diría que esos posters disponen de ilustraciones dignas para aplicar en unas de las más bellísimas invenciones de la década de 1990: los flippers de películas, con Williams y Data East como los sellos cabecera.

Y resulta que el nuevo largometraje dirigido por Jaume Collet-Serra (La casa de cera, The Shallows) opera como una aventura de flipper. No tiene niveles primarios que toman años en ser descubiertos, con los primeros veinte minutos supo anticipar el devenir del relato y la precisión del suspenso dramático corre por la cuenta de la audiencia que decida prestarle la atención necesaria a este inicio.

No es que Collet-Serra haya reinventado la rueda con los dispositivos recurridos, pero lo hace con un talento envidiable. En la primera escena tenemos una voz en off relatando las circunstancias históricas vinculadas a la gran búsqueda de esta aventura que es “El árbol de la vida”. Un recurso sobradamente conocido, paradójicamente poco cuestionado cuando lo utiliza Peter Jackson en El señor de los anillos: La comunidad del anillo. Sin embargo, Jungle Cruise no se demora en incorporarlo diegéticamente y nos traslada a la Londres de mediados de la Primera Guerra Mundial, en una secuencia que nos presenta a la doctora Lily Houghton (Blunt) con reminiscencia a uno de los gags más celebrados de Indiana Jones y la última cruzada. De ahí se corta a otra secuencia, en el Amazonas, donde el capitán Frank ‘Skipper’ Wolff (La Roca) abusa de sus conocimientos para estafar a los turistas de la región, sin privarse de fastidiarlos con chistes y rimas contados con ciertos aires de seriedad.

Concluidas estas dos secuencias largas, se exhibe el título de la película. Repetimos, no es la primera vez que pasa en el cine. De hecho, uno de los ejemplos más recientes es el de The Empty Man. Sí es poco frecuente. Los títulos suelen esperarse a los pocos minutos de una obra, antecediendo al primer plano del relato o justo antes del corte a créditos. Es llamativo que en esta ocasión aparezca después de dos largas introducciones a los personajes que -ya sabemos por los posters- conformarán una alianza.

Diremos que guarda algunas relaciones con el simbolismo de la nave y, así como Francis Ford Coppola modificó en el guion de Apocalypse Now durante el rodaje, hicieron todo lo posible para evitar un clímax repleto de las pirotecnias de siempre. No sin eximirse de las imágenes computarizadas. Y, sí, siempre habrá algún listillo que señale el “exceso” del CGI, porque al parecer las únicas quejas homologables en los tiempos que corren son exclusivamente técnicas.

Sobre los personajes secundarios no especificaremos nada, hay sorpresas dignas de descubrir en el transcurso del film y que, al compararlas con el todo del relato, ayudan a engrandecer ciertos gestos aparentemente mínimos.

No obstante, los antagonistas. Hay tres pilares de ellos. Cada uno tiene su momento para ayudar a que el dispositivo poético de este crucero de la jungla se luzca. Aun así, con solo un visionado, nos deja el sabor de que hay una interacción bastante desperdiciada y casi nula entre los tres. No hablamos de poca pantalla compartida -como sí lo hizo Spielberg con los tres rivales de Indiana Jones en Los cazadores del arca perdida-, más bien hay una clara colisión de intereses entre ellos que podría haberse gestionado, también, a la distancia, pero sus caminos –salvo una excepción- divergen de manera poco favorable.

Vale mencionar la labor de James Newton Howard en la música. Quizás no con la fuerza completa, pero vuelve a las bases de otras de sus colaboraciones con Disney, como Dinosaurio, Atlantis: El imperio perdido y El planeta del tesoro.

A fin de cuentas, Jungle Cruise cuenta con maniobras de guion muy dignas de estudiar. Cómo dialogan esos primeros veinte minutos con el resto del metraje. Cómo conviven aquellas con los temas que se abordan: ya sea el de una mujer que no se viste como “debería” y que tiene que responder a los intereses de una institución científico-gubernamental que es displicente con ella; o el de un hombre con una condición que podría ser favorable para las tropas de la Triple Entente, pero se la pasa juntando chirolas navegando por el Amazonas.

Como mínimo, estamos ante una película con acciones organizadas simétricamente; ¿Cómo se corresponde esto con el -posible- estilo de un director que además orquestó el combate de Blake Lively contra un tiburón blanco? Esos son deberes para la casa que podríamos entablar pronto.