Jumanji: El siguiente nivel

Crítica de Isabel Croce - La Prensa

Esto ya va convirtiéndose en un asunto de generaciones, partiendo de la base que la primera versión de "Jumanji" como película, nació hace 25 años con el actor Robin Williams, acompañado por Kirsten Dunst, la Amy de la versión de "Mujercitas" de la década del 90.
Aunque ya se pasó de los juegos de mesa a los videojuegos que chupaban a los jugadores y comenzaban el asunto de los avatares, la idea perdura sin el brillo de la primera época, pero con el aval de divertidos personajes que entrelazan sus personalidades mutantes y le agregan fantásticas aventuras con la invalorable participación de los efectos especiales.
Las aventuras ya no tienen originalidad, pero si perfección técnica en la ejecución y el manejo de la virtualidad. Cómo no disfrutar esa increíble estampida de avestruces y la invasión de los monos en una verdadera telaraña de puentes de lianas sobre vacíos temibles. Y también hay lugar para la nostalgia con el increíble Danny Devito, el Pingüino de "Batman vuelve" o las pequeñas joyas del humor como "Matilda" o "Marte ataca". Ahí lo tenemos como abuelo de Spencer, uno de los amigos aventureros de la saga. Y pelea con su ahora enemigo Danny Glover ex socio del añorado restaurant de los buenos tiempos.
En cuanto al juego, núcleo de la historia, empieza a fallar y abduce de a poco lo que hace que no todos vuelvan a la selva de la aventura. El humor se centra en el intercambio de avatares (Eddie y Milo se transforman en avatares de La Roca Johnson y Franklin FInbar por ejemplo) y reaparece esa suerte de Vellocino de Oro, valioso y capaz de resolver cualquier problema. Aquí es el Corazón de Halcón que se robó el Señor de la Guerra, un tal Jurgen y su anacrónica corte de seguidores.
En síntesis, la ingenuidad y el absurdo y la necesidad de todo individuo de ser un poco niño y algo aventurero es lo que permite compartir la historia con toda la familia.