Julieta

Crítica de Sergio Del Zotto - Visión del cine

Luego de la delirante Los amantes pasajeros, Pedro Almodóvar vuelve al drama con Julieta.
Julieta (Emma Suarez y Adriana Ugarte, en distintas edades) es una mujer de mediana edad que vive en Madrid. Tiene un novio, Lorenzo (Darío Grandineti) con quien está a punto de mudarse a Portugal. Unos días antes de su partida, Julieta se encuentra por azar en la calle con Bea, antigua amiga de su hija Antia, de la que no tiene noticias desde hace 12 años. Bea le revela que se encontró de casualidad con Antia en Suiza, y que está casada y tiene tres hijos. Julieta decide cancelar su viaje y mudarse al antiguo edificio que habitaba con su hija, con la esperanza de que al menos esta se comunique con ella. Empieza a escribir una larga carta contando su vida, que es la excusa para ir atrás en el tiempo y conocer los pormenores de la relación madre-hija.

Basada libremente en relatos de la escritora canadiense Alice Munro, ganadora del premio Nobel, Almodóvar toma el espíritu de tres cuentos: Destino, Pronto y Silencio, contenidos en el libro Escapada , en lo que iba a ser su primera película en inglés y que luego decidiera trasladar la acción a Galicia, Madrid y los Pirineos españoles.

Si hay un elemento simbólico en Julieta, es la red, la red del pescador, pero tiene que ver más con el entramado que con la captura. Así, el realizador de Tacones lejanos, teje referencias a su propia filmografía y homenajea a otros realizadores, vuelve la historia a los ’80, donde comenzó su cinematografía, con la mención a Kim Basinger en algunos planos, con un gran parecido a Adriana Ugarte, además de peinados y vestuarios icónicos de aquella época; Escapada, el libro de Munro que sirve de base a la película, aparece en La Piel que habito, leído por Vera, la protagonista; la madre de Julieta aparece en un momento vestida con ropa de los ’60, como detenida en el tiempo, igual que el personaje de Julieta Serrano en Mujeres al borde de un ataque de nervios; los rojos y azules vibrantes de sus películas siguen estando. Así como también las referencias a otros realizadores, como Alfred Hitchcock en las escenas en el tren y en esa ama de llaves al estilo de Rebecca, del mismo realizador, en la interpretación de Rossy de Palma, actriz que saltara a la fama de la mano del director de Átame!; está también el melodrama de los ’50, con guiños al estilo del cine de Douglas Sirk, especialmente con Imitación a la vida y a Michael Curtiz con Mildread Pierce. En ambas las madres sufren el abandono de sus hijas y pasan por situaciones casi humillantes para recuperarlas: “Tu ausencia llena mi vida por completo y la destruye” escribe Julieta en uno de los cuadernos que son en realidad una larga carta de memorias de toda su vida. Todo esto para quienes dicen que Almodóvar ya no es el mismo, y ocurre que si lo es, concentrado y tamizado por su propia obra.

Julieta es una película en la que los fanáticos de Almodóvar extrañaran los momentos cómicos, porque su autor se ha decantado en una obra seca, gélida y sin lágrimas. En una maestría en el ir y venir en el tiempo, sin necesidad de decirnos en qué año estamos y sin embargo que todo eso se comprenda. Y demuestra sus medallas en una transición temporal que es brillante y que no conviene anticipar.