Julieta

Crítica de María Paula Rios - Cinepapaya

'Julieta': La marca autoral de Almodóvar sigue más vigente que nunca

Almodóvar vuelve al ruedo con un melodrama de alto contenido emocional, con tintes poéticos, donde el dolor y la pérdida también son protagonistas.

El último film del gran Pedro Almodóvar comienza con la escena de una mujer recogiendo sus pertenencias porque está a punto de mudarse de España a Portugal con su nueva pareja. Entre sus objetos halla una foto despedazada y acto siguiente, en la calle,Julieta, la protagonista, casualmente se encuentra con una joven. Gracias a esta coincidencia nos enteramos, además de su incomodidad, que tiene una hija.

Como esa fotografía fragmentada, y vuelta a pegar, se construye el relato en la película. Una historia en la que a través de un extenso flashback se van acomodando las piezas. Julieta tiene un pasado, con una gran historia de amor y una hija en fuga. Julieta y su hija hace años que no se ven y el gran motivo es la culpa. Una culpa que duele, que separa… una culpa que volverá a unir.

Almodóvar, además, tiene la habilidad de crear un clima noir, de suspense hitchcockiano en el contexto de un melodrama. Allí donde emerge la tragedia y el sufrimiento nos mantenemos en vilo esperando descubrir más. Y son esos primeros planos en los rostros los que desnudan con autenticidad los sentimientos, por más que se intercalen con tomas tan bellas y oníricas como la del alce en medio de la nieve persiguiendo al tren. Aquí la hibridación entre el melodrama y el suspense responden tanto a las decisiones estéticas como narrativas.

Julieta da cuenta de esa sensibilidad especial con la que el director trata a sus historias y personajes: almas signadas por la tragedia y el sufrimiento, pero que al final del camino encuentran alguna forma de redención. También da cuenta de que la marca autoral y la solvencia narrativa del realizador manchego siguen más vigentes que nunca.