Julieta

Crítica de Carolina Taffoni - La Capital

Todo sobre mi madre

Después del tropiezo con la comedia "Los amantes pasajeros" (2013), Pedro Almodóvar volvió con sabiduría al drama puro y duro en "Julieta". También regresó a un terreno conocido: el universo femenino y la maternidad, un mundo íntimo y complejo que él aborda como pocos. No conviene adelantar detalles del argumento. Sólo decir que la Julieta de Almodóvar es una mujer abatida en la mitad de su vida. Hace 12 años que no sabe nada de su única hija, que cuando cumplió los 18 se fue de la casa materna sin dejar rastros ni mensajes. Ella trata de iniciar una nueva vida con un escritor que la ama, pero el pasado la vuelve a envolver y la asfixia. El pasado de la protagonista se va revelando en capas, con una precisión en la narración que no deja cabos sueltos. "Julieta" no es un melodrama desbordado. Esta vez Almodóvar elige un tono sobrio y contenido, pero no por eso menos profundo y potente. El director sabe dejar silencios como para que el espectador elabore su propio duelo con respecto al trayecto del personaje. Cada plano, cada acción, cada mirada están pensados para expresar, para decir mucho con muy pocas palabras. Desde ese lugar Almodóvar reflexiona sobre la ausencia, las pérdidas, el engaño, la angustia y el sentimiento de culpa, y cómo estas heridas van dejando huella en su protagonista. "Tu ausencia llena mi vida y la destruye", escribe Julieta, y aún así deja un espacio abierto para la redención.