Juegos de muerte

Crítica de Pablo Raimondi - Clarín

Sangre descontrolada

Las segundas partes nunca fueron buenas, reza el dicho popular, y el director Marcus Dunstan, al frente de The Collector (2009), se lo toma al pie de la letra. Con un comienzo que parece de otro filme, la “estructura” de este relato atropella con una serie de matanzas donde la sangre abunda y faltan ideas. La película se centra en Elena (Emma Fitzpatrick), única sobreviviente de una fiesta en un boliche, donde el Coleccionista (una cruza del Mago Enmascarado y Machine, de 8mm ) digita el destino de sus futuras víctimas.

Desde las alturas comanda una maquinaria letal (aspas de una trilladora, una jaula metálica que compacta), sello de la dupla Marcus Dunstan-Melton, responsables de las últimas cuatro partes de El juego del miedo , donde los recursos también se desgastaron.

Elena, encerrada en una caja por el psicópata enmascarado, buscará ser liberada por Arkin (Josh Stewart), quien hará lo imposible por rescatarla. Varias de las escenas causan gracia en vez de miedo y se busca una repulsión innecesaria, caso fracturas expuestas.

A un ritmo frenético (¿una gran trailer movie?), Juegos de muerte muestra todo ya, carece de suspenso, es predecible y no asusta. Estos filmes deben ir a boxes, refrescar ideas y volver a pista. Urgente.