Juego limpio

Crítica de Walter Monzón - Cinergia

Historias de olimpiada

Juego limpio (Fair Play) llega a nuestras salas siendo la primera película de su directora que tiene la oportunidad de ser estrenada en el país.
Andrea Sedlácková es una total desconocida para el público local, y en cierta forma también se podría decir lo mismo del internacional, es que Juego limpio es la única de sus producciones como realizadora que ha sabido abrirse un camino al mercado fuera de su República Checa natal. No es coincidencia en este caso que la misma película haya sido la seleccionada por su país para competir en los premios Oscar como mejor película extranjera, claramente este reconocimiento desde la propia industria local le ha merecido oportunidades en el exterior, aun cuando no consiguió atravesar las diversas preselecciones posteriores de la competencia.
Juego limpio se nos presenta desde sus primeros minutos con toda la impronta que uno podría esperarse de un film situado en la Checoslovaquia de los años 80. Los tonos fríos y apagados y los ocres tan característicos de la época marcan la paleta que no dará descanso a la sensación de olvido y opresión que presentaba el territorio por aquel entonces. Y sin ir más lejos el guion hace de lo suyo otorgándonos una historia acorde e interesante, pero que por momentos parece excederse con una narración que peca de lenta y pesada.
Sin lugar a dudas Juego limpio presenta varios altibajos en el ritmo, y es aquí donde se refleja una de las mayores falencias de su directora narrando una historia que podría haberse presentado de una forma fluida y entretenida, pero que termina llevándose por adelante todo el peso de la época por encima, con todo lo que ello significa.

Hay un público específico para este tipo de películas; un espectador avezado y capaz de disfrutar de un cine europeo de estas características, y queda claro que es justamente a esté a quien el film se dirige.