Juego limpio

Crítica de Laura Osti - El Litoral

Ganar, ganar, ganar y ganar

En su película “Fair play”, la realizadora checa Andrea Sedlácková se propone describir una situación, una experiencia vivida en su país a principios de la década de los ‘80 del siglo pasado, cuando la Guerra Fría todavía estaba plenamente vigente y no se avizoraba aún su derrumbe.

El conflicto de los habitantes del otro lado de la cortina de hierro ha sido descripto varias veces en el cine. Esa vida gris, estructurada al máximo, vigilada hasta el acoso paranoico, familias destruidas porque algunos de sus miembros deciden emigrar o porque fueron exterminados por el régimen, castigos sutiles y no tanto a los que se quedan pero evidencian alguna inclinación crítica, una vida sin ambiciones ni expectativas y en ese marco, la posibilidad de destacarse en algún deporte para quizás poder acceder a una vida con algunos lujos.

Sedlácková apela al relato clásico, al estilo del realismo socialista, para poner en primer plano la historia de una joven atleta checa, Anna, una muchachita que vive con su madre, una ex tenista frustrada que trabaja como empleada de limpieza, cuyo padre ha emigrado a Alemania hace más de quince años y desde entonces no lo ve y apenas se escriben.

Anna es una velocista que muestra condiciones destacadas, lo que le abre la posibilidad de ser inscripta en un plan de entrenamiento especialmente diseñado para aumentar los resultados de los atletas seleccionados y así competir en los Juegos Olímpicos, un objetivo seductor para el régimen, ante la posibilidad de demostrar al mundo y sobre todo a sus rivales rusos y alemanes, que ellos también pueden destacarse en esas disciplinas.

El plan debe mantenerse en secreto y consiste en la aplicación de unas inyecciones diarias que le otorgarán un aumento de la masa muscular y una mayor resistencia y rendimiento. No tardará mucho Anna en enterarse de que se trata de la aplicación de anabólicos, drogas no solamente peligrosas para la salud sino prohibidas en las competencias por ser consideradas doping.

Anna sufre una fuerte presión de su entrenador y de los médicos que llevan adelante el plan, presionados a su vez por sus superiores. Todos están siempre bajo la amenaza de perder sus trabajos (privilegiados en un contexto de servidumbre y opresión) y jugarán fuerte cuando la jovencita quiera dejar el tratamiento, al advertir que afecta su cuerpo de un modo indeseable.

Ella ama el atletismo y le agradaría participar en las competencias internacionales, pero las condiciones que le imponen en su país van minando su entusiasmo y llevándola a una situación de conflicto, que la enfrentará incluso con su madre, acosada y presionada a su vez, porque el régimen sospecha que colabora con subversivos.

La situación que describe Sedlácková expone las contradicciones de un sistema social con sus premios y castigos administrados de manera arbitraria, la falta de libertades individuales y al ambivalencia que sufren tanto Anna como su madre entre el deseo de evadirse y el apego al terruño.

Sometidas ambas a una tensión extrema, deciden permanecer fieles a sus convicciones y no aceptar las exigencias a que pretenden someterlas, aunque les signifique ser sometidas a algunos castigos y penalidades.

No obstante, el conflicto planteado en “Fair play” se resuelve de una manera que deja a salvo la relación entre madre e hija y también concluye afirmando la voluntad personal y los valores éticos que deciden asumir ambas. Como anticipando lo que sería, años después, la caída de un sistema y la apertura hacia Occidente.