Juego limpio

Crítica de Brenda Caletti - CineramaPlus+

LIBERTAD DEL DESEO

_ Ojalá experimentara eso yo misma – anhela Anna.
_ Lo harás – la alienta su madre Irena.
_ Una vez soñé que estaba parada ahí y se me olvidaba la letra del Himno. Fue terrible; quería cantar pero no sabía qué.

El deseo de Anna parece cada vez más cercano: llegar a los Juegos Olímpicos y obtener la ansiada medalla de oro. Pero antes debe pasar una serie de pruebas para conseguir clasificarse. Para ello, el entrenador Bohdan no sólo aumenta el nivel de exigencia en los entrenamientos – carreras alpinas, en la nieve o dentro de una pileta llena de agua–, sino que altera también su tratamiento médico. En una reunión, más que sospechosa, junto a miembros del Centro Nacional de Deportes, Bohdan hace que Anna firme un contrato que alude como ciertos médicos particulares crean programas de “medicina moderna” para expandir las capacidades de los atletas. En el caso de la corredora, el reemplazo de la vitamina B por el Stromba, un medicamento que ayuda al crecimiento del tejido muscular y aumenta la velocidad de la regeneración.

Si bien, a pesar de las dudas, Anna acepta la condiciones con tal de conseguir su sueño, tanto los efectos del Stromba en su cuerpo como la comprensión de que las mejorías del estado físico no se deben a sus esfuerzos, sino a la droga, harán que la joven decida interrumpir el tratamiento en secreto, con el único conocimiento de su madre.

Lo más interesante de Juego limpio es percibir cómo a partir de la historia de la protagonista se desprenden una serie de micro relatos con cierta autonomía pero que, leídos en conjunto, refuerzan su significado mayor.

Tres de las cuestiones más diferenciadas por la directora Andrea Sedlácková son los aspectos políticos, sociales y deportivos. En el primer caso, se reconstruye la Checoslovaquia de los años 80 aún bajo la forma de república socialista. Para ello trabaja desde la acumulación de situaciones breves como puede ser la migración (como posibilidad de futuro o como acción ya efectuada) y el contraste por la negación de los permisos para salir del país, las investigaciones policíacas hacia los ciudadanos para detectar subversivos, los tratados de voto de silencio, la mención de un occidente infame o la justificación de ciertas acciones por la patria. La directora trabaja el tratamiento del lenguaje por el cuidado en los diálogos, por el uso de la sugerencia, o a través de la repetición de la palabra camarada o un locutor de radio que saluda “están escuchando Radio Europa libre”.

El trabajo de la cuestión social se subraya en la oposición entre quienes tienen un poco de poder (los médicos del Centro Nacional de Deportes, el entrenador, la policía) frente a los ciudadanos. Los ejemplos por excelencia son Anna frente a su entrenador e Irena contra el jefe de policía. La joven se rebela al dejar de tomar el medicamente prescripto y, pese a un engaño provisorio y a algunos inconvenientes, mantiene su línea de conducta hasta el final. Por su parte, la madre actúa de la misma manera: ayuda a un disidente copiando material considerado subversivo en más de una ocasión y esto le acarrea problemas con la policía no sólo por en encubrimiento, sino por la misma propagación del material. Y ambas, al final del filme, vincularán mucho más su modo de obrar.

La representación del mundo deportivo funciona como excusa para las cuestiones antes mencionadas, aunque la directora busca también poner en escena el uso de drogas para conseguir determinados niveles físicos y la aceptación o el impulso desde el aparato médico. A pesar de que se trata de crear una gran polémica, bastante evidente entre los personajes de la película, no termina por conseguir profundidad en el tema; por el contrario, queda un poco apagada por el fuerte contexto político, como en la escena donde el entrenador intenta justificar frente a la madre el uso del Stromba y le explica que todos los atletas toman la droga, de lo contrario, sería imposible pensar en los resultados de Alemania del Este o la Unión Soviética.

La maraña de relatos se desarma hacia una línea más uniforme, hacia una simbiosis completa en las escenas finales, donde las palabras sobran y los gestos lo son todo. Porque, a veces, los deseos que parecían claros terminan por volverse brumosos mientras que los principios y valores aún construyen carácter y singularidad; tal vez el esfuerzo pareciera ser en vano pero, a final de cuentas, recibe su merecido.

Por Brenda Caletti
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