Judy

Crítica de Laura Pacheco Mora - CineFreaks

Presa de un injusto destino.

Una artista que no tuvo la oportunidad de ser niña, así como tampoco pudo elegir vivir una adultez. Siempre fue víctima de sus dueños, cuya debilidad fueron sus hijos y, por otra parte, la relación casi de amor y odio que tuvo con su público. No pudo liberarse jamás de un mundo irreal.

En Judy (2019), el director Rupert Goold nos entrega este profundo relato que sigue a la legendaria Judy Garland (Renée Zellweger) quien, estancada en Estados Unidos, viaja a Londres para recuperarse económicamente. Han pasado treinta años desde que se convirtió en una estrella gracias a El Mago de Oz. Judy comenzó su trabajo artístico a la edad de dos años, lleva más de cuatro décadas cantando para ganarse la vida, pero está exhausta y parece haber perdido el rumbo y la motivación para cantar. Mientras se prepara para el espectáculo, pelea con su agente, desafía a los músicos con chistes que solo ella comprende y recuerda los buenos tiempos con amigos. Marcada por una infancia de esclavitud en Hollywood, y hoy convertida en una alcohólica y dependiente de pastillas, solo desea regresar a casa, dedicar tiempo a sus hijos y tener una vida normal.

Judy es una excelente película que se destaca por la comunicación entre la dirección y el guión. La decoración, escenarios y vestuarios atractivos, la recreación de la época tan detallista, logran que visualmente, nos atrape de principio a fin. Sin spoilear, sólo distingo el comienzo y el final tan bien logrados puesto que dialogan, es una pregunta que mantiene al espectador y a la protagonista durante todo el film, expectante y al pendiente de dar respuesta. Si esto sucede o no, es mérito del director que trabajó muy bien con el guionista, además de la inmejorable interpretación de la talentosa Renée Zellweger, en la que es su mejor interpretación hasta ahora, demostrando una destreza que no se había visto, brillante e imperdible, emocionante y admirable. Brilla como la cantante en el escenario y se apaga en su vida real, que ella misma desconoce, transmitiéndonos una profunda tristeza. La empatía llega pronto, desde que la conocemos de niña, esa esclava con un destino marcado.

Una torta lo explica todo, una torta real y otra de decorado, esa es la explicación de la vida que tuvo esta gran cantante y actriz, que desconfía de la torta real, de su sabor y de su gusto, puesto que creció sin poder disfrutar de nada, porque todo a su alrededor, era de utilería, como ella misma. Su punto débil fueron sus hijos y la relación amor-odio con su público, que al parecer, mantuvo un real diálogo, en las letras de sus canciones, contaba sus penas, su realidad, con nadie se pudo expresar con la verdad, y así tuvo sólo relaciones frías y pasajeras, hasta con su último marido. La verdad siempre estuvo en el escenario y no fuera de allí. Salvo con algunos fans porque fueron sinceros, lo único que buscó durante toda su vida, autenticidad. A eso se debió tanto falso brillo en la vida, porque en lo que sucede en realidad, nunca existió… pero el show debe continuar, es una orden que siempre asumió como un mandato y, de alguna manera, la mantuvo viva…