Judy

Crítica de Laura Brosio - Las 1001 Películas

Conmovedora biopic de una figura estelar.

Dirigida por el inglés Rupert Goold y protagonizada por Renée Zellweger, la película está ambientada en el invierno boreal de 1968 cuando Judy Garland viajó a Londres para ofrecer una serie de conciertos en el club nocturno Talk of the Town. Asistimos a la etapa de declive de la actriz y cantante, tanto de su vida personal como profesional. Asediada por sus problemas emocionales, su adicción a las pastillas y al alcohol, el insomnio y la soledad, los estudios ya no la contrataban por no ser “asegurable”; por lo tanto se veía forzada a realizar espectáculos de varieté para intentar ganar dinero que le permitiera mantener a sus dos hijos menores, cuya custodia peleaba en una dura batalla con su ex marido Sid Luft (Rufus Sewell). Los shows de Londres serían los últimos de su carrera ya que fallecería al año siguiente, a los 47 años.

Inspirado en la obra teatral Al final del arco iris, de Peter Quilter, el guion de Tom Edge se estructura en base a un contrapunto entre la adolescente Judy (Darci Shaw), cuando protagonizó El Mago de Oz, y su época actual de diva consagrada, venerada por todos pero al mismo tiempo criatura de una enorme fragilidad. De esta manera, vemos el rígido, casi carcelario régimen de rodaje de la citada película al que la somete la Metro Goldwyn Meyer, con sus largas jornadas de filmación que la van induciendo a consumir pastillas, la estricta dieta alimentaria que debía sostener, la presión constante del titular del estudio Louis B. Mayer frente a la rebeldía de la joven Judy, que lo único que deseaba era tener una infancia normal como el resto de las chicas. Lamentablemente, el alto costo que tendría que pagar por ser una estrella precoz sería la pérdida de su infancia e inocencia.

En los shows que Garland brindó en Londres se alcanza a vislumbrar los alcances de una auténtica leyenda. Una noche era aplaudida por el público a más no poder por su ilimitado talento, su magnetismo, su brillantez, mientras que en la siguiente protagonizaba un escándalo al caerse en el escenario por su estado de embriaguez e insultar al auditorio que la abucheaba.

Las canciones —interpretadas maravillosamente por la propia Renée Zellweger— se integran a la narración de manera plena y eficaz. Así, el primer tema que cantó Judy en su debut fue By myself, en el cual se reafirmaba con orgullo en su individualidad frente a su situación de soledad. Lo mismo puede decirse respecto al tema For once in my life, que interpretó con toda la alegría que le acarreaba su quinto matrimonio con el empresario Mickey Deans (Finn Wittrock) y cuya letra remite justamente a tal estado.

El trabajo de Renée Zellweger en la piel de Judy Garland es descomunal. En lugar de imitar a la diva, recreó a su modo las miradas, los gestos, los movimientos en el escenario, la forma de cantar de Garland. Zellweger interpreta las canciones no sólo con una voz preciosa sino con el cuerpo, la expresión y la actitud, deja todo en el escenario. Su rostro refleja el desencanto, la tristeza, la frustración de Judy pero también ese breve lapso de felicidad cuando Mickey Deans apareció en su vida. Sin duda, es el mejor rol de su carrera, por el cual viene cosechando relevantes premios como el Globo de Oro, el Critic’s Choice Award, el SAG y el BAFTA. Este domingo sabremos si esa conjunción de distinciones se corona con el Oscar al cual está nominada. Después de algunas películas fallidas, Zellweger regresa a los primeros planos con una composición fulgurante.

Por otra parte, Darci Shaw cumple una interesante labor en el papel de la joven Judy: es natural y espontánea. El resto del elenco no desentona, acompaña con corrección. Además de los mencionados Rufus Sewell y Finn Wittrock, se destacan Jessie Buckley como Rosalyn, la asistente de Judy, Michael Gambon como el productor de los conciertos Bernard Delfont y Richard Cordery como el presidente de la Metro, Louis B. Mayer.

En definitiva, Judy es una biopic emotiva y conmovedora que nos hará reflexionar sobre el precio de la fama precoz: la desolación, el desamparo, la resignación. Es un filme que nos brinda la descollante actuación de Renée Zellweger y el excelente vestuario de Jany Temime, con esos coloridos trajes masculinos que lucía Judy y unos vestidos sencillos, acordes a su endeblez. No es una gran película pero nos permite sumergirnos en el último tramo de la vida de una de las figuras más importantes en la historia del cine y disfrutar de su música con bellas canciones interpretadas por la propia Renée Zellweger.