Johnny English Recargado

Crítica de Mario Zabala - Clarín

Humor sin potencia cómica

Rowan Atkinson hace lo poco que puede.

Cuando el cómico Mike Myers andaba en la buena decidió mojarle la oreja definitiva al subgénero de filmes de espías, esa cancha donde Bond es Maradona. Myers creó a Austin Powers, y sabía que estaba creando la caricatura de la caricatura. Puede que desde que Daniel Craig está en el carnet de 007 todo sea más físico y seriote en un buen sentido, pero el egresado de la academia Bond, Pierce Brosnan, había casi sellado, a fuego autoconsciente, esa mofa nada irrespetuosa y revitalizadora de Bond. El cuadro de situación Bond muestra, entonces, qué titilar leve representó Johnny English cuando en el 2003 quiso jugarle una broma peso mosca a las películas Bond. Aunque a su favor, el chiche nuevo, el factor lavandina para lavar y anular era, por lo menos, interesante: Rowan Atkinson, más conocido por su chiguagueño Mr. Bean, apóstol del humor físico inglés en TV durante los ‘90.

A esta altura de las licencia para matar, Johnny English vuelve. El rostro huesudo porta ojos de huevo duro y dueño de cejas dibujadas con marcador indeleble tamaño XL está otra vez explotando su extraño y sutil andar por la comedia física. English, obviamente, es inglés y, obviamente, es un inoperante. Pero hoy queda más cerca del Steve Martin/Inspector Clouseau. Aquello puede sonar mal, pero es uno de los pocos valores del asunto. Muestra al menos un intento por hacer comedia sin abusar de lo metadiscursivo que quiere quedarse simplemente con el vodevil de un torpe que tiene una lapicera lanzamisiles y no debería tenerla.

English vuelve, decíamos. Después de haber sido echado del MI7 y de haber fortalecido, literalmente, sus genitales con monjes tibetanos, es recontratado para descubrir un complot creado para asesinar al Premier chino. Atkinson no se traiciona, pero no tiene un lugar donde crecer: la torpeza del director anula hasta los instantes donde Atkinson logra crear un instante con potencia cómica. El humor físico necesita una idea de cine, alguien que sepa filmar la alteración de un uso o un espacio (como la secuencia donde English, a su modo marmóreo, va a la par de alguien que escapa trepando como mono).

Johnny English recargado agota su recurso natural Atkinson tan pronto que parece una versión apachurrada de sus propios orígenes y potencias.