John Wick 4

Crítica de Jose Luis De Lorenzo - A Sala Llena

¡VIVA JOHN WICK!

John Wick es la del asesino a sueldo jubilado y viudo al que le matan el perro, vuelve a trabajar, se la cobra robando un auto, ponen precio a su cabeza, lo excomulgan y eventualmente vuelve al sistema laboral. Es interesante analizar el encanto de esta saga.

Chad Stahelski codirigió la primera John Wick y luego se mandó en solitario. Hay una correspondencia con esta decisión y es que las cuatro películas tienen estructuras similares a salvedad de que en esta cuarta la espectacularidad y lo denominado como body count llega a niveles inimaginables. ¿Cómo medir este exceso?

Chad no es un autor, sí un director que encontró una fórmula exitosa y la repitió hasta esta, su ultima entrega de la saga. Luego vendrán series y spin offs sobre The Continental, el hotel/club neoyorquino de aniquiladores a cargo de Winston (Ian McShane), edificio que acá es destruído por exigencia de El marqués (Bill Skarsgård), el villano de turno que quiere restituir el orden del clan de asesinos sin John Wick, ni su leyenda.

John Wick torna cinematográfico al videojuego y permite asentar referencias al cine de yakuzas, el hampa y asesinos a sueldo provenientes de ejemplos como Hard Boiled, The Killer de John Woo o Tokyo Drifter y Branded to Kill de Seijun Suzuki, por nombrar solo algunas. No olvidar la imparable The Villainess de Byung-gil Jung.

John Wick funciona también como un videojuego de niveles y escenarios, y es por ello que nos encontramos con distintas decisiones estéticas a lo largo de este y los films previos, primando una calidez de color cambiante todo el tiempo. Como en The Villainess, se cuenta con innumerables muertes de adversarios que caen como moscas y dejan un halo de sangre, sin caer en el gore.

John Wick también es característica por los nightclubs, lugares donde prima la mezcla de la acción con música electrónica y los dancers que ni se inmutan por lo que sucede a su alrededor, así estén presentes varios matándose a puños, cayendo por escaleras o en altura hacia un vacío. El involucramiento es nulo, es la fiesta dentro de la fiesta.

Keanu Reeves dejó atrás el pasado de personaje cool de los 90s para convertirse en un héroe/antihéroe de acción como los de la saga de Jason Bourne, Misión: Imposible o James Bond a la que tanto le deben también estas franquicias, entre varias, el concepto de autohomenajearse, que la acción transcurra en distintos países y el tender al ridídulo autconsciente. Pero el negocio hoy cambió. Tras un éxito como ha sido efectivamente la primera JW, la mentalidad de franquicia/saga aflora y no siempre los contenidos están a una altura que permita crear interés en ellos. John Wick 4 es una más de John Wick, no es la mejor ni la peor, es lo mismo. No será el rey pero al menos por ahora, que viva como sea.