John Wick 4

Crítica de Jesús Rubio - La Voz del Interior

Se estrenó la nueva John Wick, cuarta y última entrega del rey de la acción a borbotones y de la balacera frenética, del maestro del ritmo trepidante y del disparo certero, siempre vestido con impecable traje negro antibalas y portando una pistola con cargador inagotable, capaz de enfrentar a un ejército de asesinos a sueldo (como él) para sumarse a esa vasta tradición de películas con héroes duros de matar.

Keanu Reeves ya está grande para bancarse el esfuerzo físico que le demanda el personaje. Ya nos dio suficientes dosis de adrenalina y está bien que decida dar las últimas corridas y aprovechar las pocas balas que le quedan en un capítulo desesperanzador y emotivo, que hará llorar a más de un amante de la franquicia y del género (la película está dedicada a la memoria del recientemente fallecido Lance Reddick, quien tiene un breve papel).

Chad Stahelski vuelve a dirigir esta cuarta entrega (dirigió toda la saga), basada en los personajes de Derek Kolstad, y la apuesta sigue siendo sumar escenas de acción que no den respiro, porque de lo que se trata es de perfeccionarlas y de sorprender con nuevas coreografías ingeniosas.

Stahelski logra un espectáculo desbordante y no es para menos, ya que cuenta con un presupuesto abultado y con técnicos que ponen todo su profesionalismo al servicio de la secuencia perfecta. John Wick 4 tiene el doble de acción y no sólo porque dura más que las anteriores (tiene casi tres horas), sino también porque el tiempo dedicado a cada set piece se extiende en un apabullante (y agotador) frenesí de golpes, disparos y sablazos.

Cualquiera que vaya a ver John Wick 4 saldrá fascinado con las secuencias de peleas al mejor estilo del cine de acción hongkonés. Las coreografías son tan espectaculares y están tan bien hechas que el director las muestra con lujo de detalles (hay un plano secuencia con una cámara cenital para celebrar).

La película ofrece más de lo mismo pero multiplicado hasta empalagar, como si quisiera saturar la pantalla con malabarismos imposibles y personajes delineados con un trazo grueso que la favorece (como el ciego luchador Caine, interpretado por Donnie Yen, El Marqués compuesto por Bill Skarsgård y el Tracker de Shamier Anderson con su perro peleador), además de contar con sus ya características sesiones de peleas cuerpo a cuerpo en las que Wick dispara a centímetros de la cara enemiga con una pistola que revienta cabezas, marca registrada de un personaje que se inspira en los maestros orientales del género, como Johnnie To, Ringo Lam y John Woo.

Sin embargo, la película nos dice que no hay salida en la vida y que no queda otra que luchar hasta morir, como el personaje principal, al que le es difícil salirse de las exigencias mafiosas de La Mesa.

John Wick 4 se trata de la vida en un mundo difícil, de ahí que se citen las palabras del bandido Ned Kelly cuando, con la soga al cuello, dijo: “Así es la vida”. Wick quiere la libertad, pero no puede conseguirla porque un asesino como él tiene que seguir haciendo lo mismo de siempre.

La película refuerza su filosofía con una escalera que el protagonista tiene que subir una y otra vez, cada vez con menos fuerzas. Es decir, la vida para John Wick 4 consiste en matar hasta el final porque “así es la vida”. Pero la gran pregunta es: ¿así es la vida?