John Wick 4

Crítica de Alejandro Franco - Arlequin

¿Qué le pasó a John Wick?. Déjenme contestarles: un cambio de guionista; eso es lo que pasó. El capítulo 4 de la saga – formidable, iconoclasta, desbordante de adrenalina – de pronto perdió encanto. No todo pero al menos la mitad. Quizás tenga que ver con la duración excesiva o que, a esta altura del partido, las coreografías de acción se ven repetitivas. Suponiendo que éste sea el final de la serie, no termina siendo satisfactorio. No es un desastre a lo Matrix 3, cumple con lo prometido y tiene un par de momentos brillantes, pero me termina por cerrar. Cuando se prenden las luces, uno se queda con la sensación de vacío: “¿esto fue lo mejor que se les pudo ocurrir?”.

En los filmes anteriores John Wick era una imbatible máquina de matar y los combates tenían lógica (disparatada pero lógica al fin). Acá la saga parece codearse con la locura de Rápido y Furioso en donde las armas tienen munición infinita, las leyes de la física no se aplican y la gente puede hacer cosas brutales – como ser atropellado un montón de veces sin salir cojeando o siquiera romperse una costilla, o caerse de un par de edificios y marcharse campante como si nada le hubiera pasado – y seguir andando como si nada. O la bobada de los trajes a prueba de balas, que ahora todos los tienen y que parecen hechos de Vibranium – aunque no entre en el cuerpo, las balas dejan moretones o te astillan un hueso!; ni siquiera podés recibir una ráfaga en el paintball sin quedar en un grito de dolor y eso que estás súper blindado y es un juego inofensivo! – Al menos hasta John Wick 3 Baba Yaga mataba, se quedaba sin balas, saqueaba munición o armas de entre los cadáveres que dejaba y seguía adelante, sufriendo palizas pero avanzando sin parar. Pero acá no pasa eso. Keanu Reeves sigue funcionando de manera impecable, y es notable la cantidad de esfuerzo físico que le pone a la cosa – la mitad del tiempo está tirando tipos del doble de su tamaño por encima de su hombro; éste debió de ser un rodaje mucho más extenuante que los anteriores -, pero la cosa empieza a aburrir. Son demasiados monos, demasiados tiroteos y demasiados escenarios ya antes vistos. Para colmo el libreto comete un error fatal y es ponerle aliados, como si al imparable Wick no le quedara nafta en el tanque para llegar a la meta. Disminuir la imbatibilidad (y formidable fama) del héroe es dispararse en sus propios pies. Hay un moreno cazarrecompensas que va tras él y de pronto se vuelve su protector, sólo porque le salvó al perrito (ni siquiera hay alguna sorpresa como podría ser que fuera el hijo del personaje de Laurence Fishburne). Wick acude por ayuda al Hotel Continental de Osaka con la versión japonesa de Winston y, como es obvio, la Mesa decide tomar por asalto el hotel reciclando el final del Capítulo 3. Las performances está ok, pero la mitad de los personajes son deus ex machina ambulantes, gente amiga de Wick que en los capítulos previos no existían y cuya única razón de ser pareciera ser sembrar semillas para futuros spinoffs. Ok, el combate es bueno – pistolas y katanas – pero las razones del mismo no son muy claras salvo por el capricho del libretista – que no es Derek Kolstad de las tres primeras entregas sino el co-guionista de Parabellum -. Winston repite frases, parece mas egoista y menos leal que antes, Fishburne sigue siendo un payaso y las cosas se ven repetidas.

Al menos el libreto condimenta lo rutinario con algunas sorpresas – decisiones imprevistas, un shock, un villano que parece salido de Batman, Bill Skarsgard que rebalsa de maldad y el super carismático Donnie Yen… ¿haciendo otra vez de asesino ciego?; eso tiene cierta lógica en un mundo feudal (a lo Zatoichi) pero en una balacera atronadora la falta de la vista (y mas para un duelo!) es absurda, a menos que seas Daredevil -. Yen es otro aliado salido de la nada que aparece cuando Keanu está cansado o a punto de volarle la cabeza. Para colmo si el tipo no fuera ciego… ¿sería mas letal que John Wick?. ¿WTF?.

Considerando toda la masacre y toda la mitología el filme debería haber terminado con una conclusión lógica. (alerta spoilers) John Wick como jefe de la Gran Mesa, el asesino maestro liderando la organización de asesinos. Lo del duelo es estúpido y, para colmo, Skarsgard se hace el malo pero no termina matando una mosca así que ¿qué es? ¿un glorificado burócrata?. El final no es asombroso, incluso suena abrupto y decepcionante aunque los fans elaboren teorías conspirativas de todo tipo. (fin spoilers).

Al menos no aburre. La fotografía es espectacular, las peleas son buenas y la última hora es brillante con tomas novedosas y una brutal cacería en la rotonda del Arco de Triunfo en París. Ok, es el capítulo final y las apuestas deben ser altas pero ya bordeamos lo ridículo si después de matar 200 monos en una escalera interminable aparecen 200 monos mas y te faltan dos minutos para llegar a una cita.

John Wick 4 es correcta, disfrutable, prolija, por momentos espectacular y por (demasiados) momentos repetitiva. Es un buen final de camino para el asesino mas letal del mundo pero, argumentalmente, debería haber sido mucho mejor y mas innovadora. Chad Stahelski anda joya como director pero es el libreto el que falla en encontrarle una vuelta fresca. Por el momento el cierre supera lo ok, aunque a veces se sienta demasiado largo y agotador.