John Wick 3 - Parabellum

Crítica de Martín Goniondzki - Cinéfilo Serial

En el año 2014, David Leitch y Chad Stahelski dieron comienzo a una saga de acción súper exitosa que se caracteriza por la crudeza de la violencia representada en las secuencias trepidantes del film y un buen entendimiento del espacio representativo así como también de las coreografías en función de la puesta en escena y los distintos ángulos de cámara. Todo esto fue brindado nuevamente en la secuela de 2017 y ahora llevado a un punto todavía más elevado en la tercera parte de John Wick.

“John Wick: Chapter 3 – Parabellum” nos trae nuevamente al personaje representado por Keanu Reeves (“Matrix”, “Bill & Ted”) en una secuela directa del film anterior retomando justamente donde finalizó aquella entrega. El personaje del título regresa a la acción, solo que esta vez con una recompensa de 14 millones de dólares sobre su cabeza y con un ejército de mercenarios intentando darle caza. Tras asesinar a uno de los miembros del gremio de asesinos al que pertenecía en el territorio neutral del hotel The Continental, Wick es expulsado de la organización, pasando a convertirse en el centro de atención de multitud de asesinos a sueldo que esperan detrás de cada esquina para tratar de deshacerse de él.

En esta oportunidad el film retoma ese espíritu de las cintas de acción brutales de los años ’80 con ciertos toques del cine oriental de artes marciales en ese afán de mostrar la fluidez y la claridad de las coreografías mediante un limitado uso de la fragmentación. Es decir, la duración de los planos es más larga y estos también son más abiertos en términos de focal para poder tener un claro entendimiento del espacio escénico y de las posiciones de los personajes. Algo que Hollywood pareció dejar de lado últimamente para favorecer la edición, el frenetismo desmedido y la confusión. Es sumamente interesante este costado explotado por Chad Stahelski (que antes de dedicarse a la dirección fue doble de riesgo y coordinador de stunts) para explotar la técnica y ponerla en beneficio de lo narrativo. Esta tercera entrega decide justamente concatenar o yuxtaponer a John Wick, sus numerosos oponentes y sus aliados (Halle Berry, Lance Reddick y unos perros) a través de elaboradas e impresionantes coreografías que embellecen la acción.

Asimismo, tenemos esa reminiscencia al cine oriental en escenas que recuerdan al cine coreano y al japonés, en especial la escena de las motos que nos remiten a la famosa persecución de la cinta coreana de 2017, “La Villana”. Más allá de toda la pericia del trabajo de coordinación de los stunts, la sutilidad del CGI y un inspirado trabajo de fotografía de Dan Laustsen elevan la propuesta aun más por sobre la media de este tipo de relatos.

A nivel guion se sabe que la película no es ninguna joya pero igualmente cumple con una trama simple, clara y un desarrollo de una mitología de este clan de asesinos bastante interesante como para darle cierta dimensión a la historia. Interpretativamente, Reeves compone un personaje de pocas palabras, bastante parco y estoico que sorprende por su parte física y de entrenamiento. Acompañan de manera acertada un elenco estelar compuesto por: Halle Berry, Ian McShane, Anjelica Huston, Laurence Fishburne,Lance Reddick, Asia Kate Dillon, Jason Mantzoukas, Mark Dacascos.

“John Wick 3: Parabellum” es un excelente ejemplo de lo que tendría que ser una secuela de película de acción, dando aun más de lo que se vio en entregas anteriores de una forma entretenida, original y fresca. Una saga que ya eleva al personaje a la categoría de “culto” gracias a una buena dirección de Chad Stahelski y un estupendo trabajo a nivel técnico.