John Wick 2: Un nuevo día para matar

Crítica de Enrique D. Fernández - A Sala Llena

Su nombre es peligro

Cuando conocimos la primera entrega de John Wick, estrenada en nuestra cartelera como Sin Control (John Wick, 2014), los amantes del cine de acción festejaban la llegada de un blockbuster que se destacaba por su ingeniosa capacidad para insertarnos en un submundo de asesinos profesionales con un atractivo inverosímil. Tanto la estructura narrativa que planteaba su guionista Derek Kolstad, como el movimiento acelerado que imponían sus directores Chad Stahelski y David Leitch, refrescaban el vaciamiento de la violencia como espectáculo en la actualidad.

La propuesta nos presentaba al legendario John Wick (un Keanu Reeves que retomaba los componentes del one man army), un asesino a sueldo retirado que acababa de enviudar y que se enfrentaba con los mafiosos que robaban su preciado Mustang Boss 429 y asesinaban al cachorro que había recibido como legado de su difunta esposa. En John Wick 2: Un Nuevo Día para Matar (John Wick: Chapter 2, 2017) nuestro temerario ejecutor deberá saldar su deuda con un antiguo empleador que le ordena liquidar a una importante mafiosa en Roma, afrontando sus consecuencias.

Para Sin Control la dupla de Stahelski y Leitch (dos reconocidos dobles de riesgo y directores de segunda unidad) revisitaba las arquitecturas de John Woo y Park Chan-wook, además de inspirarse en los westerns de Sergio Leone y Sam Peckinpah, para referenciar sus tecnicismos. En esta segunda oportunidad Stahelski es el encargado de reincorporar ese tratamiento, aunque descartando su dramatismo para enaltecerlo como caricatura, incluyendo instancias irrelevantes como la secuencia con Laurence Fishburne como personaje secundario invitado.

John Wick 2 conserva el estilismo de su antecesora (la fotografía en locaciones atractivas), ampliando el universo de su argumento (el desarrollo del entramado clandestino) y potenciando la intensidad de su imaginario (el digitalismo de las ejecuciones). Stahelski perfecciona las acrobacias y las balaceras como simulando programar un videojuego ligeramente coordinado que sobresale en pantalla. John Wick 2 se comporta como una secuela gratificante, con conocimiento de sus capacidades y satisfaciendo las demandas del espectador hambriento de adrenalina.