Jigsaw: el juego continúa

Crítica de Héctor Hochman - El rincón del cinéfilo

Una más y van 8 películas realizadas bajo una misma línea argumental, y es sólo eso, una línea (acepten la redundancia por favor), no le pidamos un argumento, todo pende a mostrar torturas, sangre, muerte.
El filme repite la estructura salvo que abre con una persecución de un sujeto por parte de la policía, una vez acorralado manifiesta, aparato en mano, que debe jugar, que no quiere morir.
La siguiente escena nos muestra a cinco sujetos despertándose amarrados a una maquina de tortura, sin saber ni desde cuando, ni por qué, sólo la voz que les anticipa la forma de salvarse, respetar las reglas, si quieren vivir.
Luego es tan igual que asusta, cada paso que hacen los pobres torturado en ese juego sinfín de pruebas, en los que van pereciendo de a uno, se le contrapone el avance de la investigación policial de manera paralela
Diez años después del fallecimiento constatado y enterrado, del malvado John Kramer (Tobin Bell), más conocido por su sobrenombre de “Jigsaw”, la policía empieza a recibir cadáveres al estilo de nuestro conocido asesino casi serial, autodenominándose “justiciero”, al frente de la investigación un oficial de la fuerza de seguridad entrado en desgracia, “un ángel caído”, al que nada le importa, sólo su trabajo.
Hacia allá ira a tratar de resolver y descubrir lo que parece ser un imitador del fallecido una década atrás.
Hasta la idea de la reaparición del asesino original se pone en juego como para poder seguir desarrollando el concepto hasta el infinito.
En realidad nada importa, si después para justificar lo injustificable, los personajes verbalizan delirios, o estupideces para darle sensación de algo que parece podría ser veraz, algo así como que Carlos I de Añillaco se presentara en 2019 a las elecciones para presidente, pues en su momento se olvido del salariazo.
Nada se puede decir de la estructura narrativa clásica, del montaje del mismo tenor, así como la dirección de arte apoyada en la fotografía, que cumplen con su objetivo, lo mismo ocurre con el diseño de sonido y su concreción de buena factura.
Nada que decir de las actuaciones, todos son personajes chatos, sin dobleces, arquetipos a ultranza, salvo uno o dos que están puesto sólo en situación de la supuesta trama constituyéndose en un maniqueísmo a ultranza,
Lo único que sigue sosteniendo y/o presentando algo de originalidad es la ingeniería, precisión y construcción de las maquinas de tortura, de una simpleza que impresiona.
Sin embargo lo que realmente asusta, aterra en este caso, es que los fans de la saga (10 años más viejos) podrían a llegar a estar contentos con el retorno de esta, pero eso no sólo no le da valor alguno al producto en si mismo, sino que corrobora es que toda esta pavada derrite cerebros a mansalva.