Jessabelle

Crítica de Ulises Picoli - Función Agotada

Empantanados

El sur de Estados Unidos es uno de los lugares ideales para el terror. El vudú, los rituales, la casa en medio del pantano. Un mundo donde la civilización es atravesada por el misticismo. Películas como Envenenados (Venom, 2005) o La Llave Maestra (The Skeleton Key, 2006) recorrieron ese camino de tinieblas y maldiciones. Jessabelle (Jessabelle en el titulo original también) se da una vuelta por el terror sureño, con varios defectos y algunas virtudes.

Jessabelle (Sarah Snook) es una joven que sufre un accidente junto a su pareja. Sin dinero, y con el espíritu (y las vértebras) quebradas, debe regresar al hogar que la vio crecer. Una vuelta que resulta más traumática que la habitual. Uno pensaría que el tema del alcohólico padre ausente y los siniestros videos esotéricos que grabó su madre antes de morir son suficientes. Pero no, siempre se puede estar peor: hay una entidad que empieza a acosarla de manera regular y constante. Primero en la noche, después, hasta en el baño. ¡Y Jessabelle encima está en silla de ruedas! Hay material para una buena película de terror. Un misterio que se va develando, un fantasma femenino salido entre una combinación de La Llamada (The Ring) y Posesión Infernal (Evil Dead del 2013, no la maravillosa original), la desesperante limitación de nuestra protagonista, y una locación envidiable, los pantanos del sur de Estados Unidos.

El problema de Jessabelle es que se queda a mitad de camino al utilizar los recursos con los que cuenta. La dirección de Kevin Greutert no tiene matices visuales, y aunque logra algunos momentos de terror genuino (principalmente en el interior de la casa), desperdicia una historia que debería ser agobiante y traumática. Porque desde el comienzo de la película, la muerte es una constante. Si a eso sumamos espectros, un pasado escabroso, y más muertes, es extraño como no transmite mayor angustia y pánico. Mucho tiene que ver con una protagonista que pareciera no sufrir todo el horror que florece a su paso, y también, porque la película mezcla vertientes del terror (vudú, fantasmas) sin combinarlas de manera efectiva.

El problema que tiene Jessabelle es que no consigue explotar los recursos con los que cuenta.
El misterio del relato (siempre hay alguna vuelta oculta) logra mantener nuestro interés, el problema se vincula a la forma en que es construido. Se insertan personajes, fantasmas, y pistas, de forma burda. Tanto por la aparición de un ex novio de la protagonista (sino como seguía la historia), la utilización de unos videos de la madre de Jessabelle (se van observando en función de la necesidad del director de dosificar el misterio), como por su resolución con proliferación de fantasmas.

El sur estadounidense es absolutamente cinematográfico y tiene ingredientes ideales para una buena película de terror: inhóspitos pantanos, casas señoriales (efigies de un pasado cruel y remoto), la impresión de que una maldición vudú aguarda debajo de cada espejo de agua fangosa. Jessabelle entrega una certeza, hay que saber utilizarlos.