Jauja

Crítica de Marianela Santillán - Proyector Fantasma

El tiempo del deseo

En el marco del 29 Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, se exhibió JAUJA de Lisandro Alonso como uno de los films dentro de la Competencia Internacional. Cabe recordarse que sólo tres películas argentinas compiten en esta sección: Jauja, La vida de Alguien de Ezequiel Acuña, y El perro Molina de José Celestino Campusano.
Jauja, el nuevo film de Lisandro Alonso podría catalogarse como una road movie, pero sin road; ya que aquí el escenario patagónico es el gran protagonista indiscutido. Jauja comienza con un cartel que ocupa toda la pantalla, allí se explica la leyenda de Xauxa, una suerte de paraíso terrenal, una tierra mitológica caracterizada por la abundancia y la felicidad. Dicha tierra fue buscada por muchos, todos ellos se perdieron en el camino.
De esta forma la película más ambiciosa de Lisandro Alonso se enmarca en una búsqueda. Ambiciosa porque por primera vez el realizador se arriesga a brindar una propuesta narrativa –pero manteniendo lo experimental que caracteriza su cine-, porque ya no se trabaja con no actores, sino con un elenco profesional encabezado por el carismático Viggo “Guido” Mortensen; Fabián Casas oficia de co guionista, y porque la producción es bastante más importante que en sus cuatro films anteriores.
Alonso nos vuelve a situar en el sur de Argentina. En épocas de la Conquista del Desierto, Gunnar Dinesen (Viggo Mortensen) un militar danés permanece allí para comandar la campaña, pero la rutina cambia cuando un día su hija quinceañera Ingeborg (Viilbjørk Malling Agger) se fuga con el corto, uno de los soldados. A partir de esa fractura familiar, Dinesen emprenderá la búsqueda que lo internará aún más en esa tierra inhóspita, seca y fría que alberga trincheras y guerras contra indios, además de las matanzas desmedidas que el coronel Zuluaga ha causado.
En este punto Jauja, como las otras películas de Alonso aborda el misterio de la familia, sobre esos lazos que nos unen a los que nos precedieron y los que nos continúan, aborda lo perdido, lo agobiante, y lo incómodo de estar en un lugar que no nos termina de pertenecer del todo -Alonso cuenta que se inspiró en el crimen de una crítica de cine amiga en el exterior para tomar este tema en la película, y dedica el film a la memoria de su amiga-. Más cercana a Liverpool y a Los Muertos, Jauja retoma la idea de encuentro frustrado, de reuniones que no ocurren como se planearon, y sobre todo de búsqueda.
Así a partir de la primera media hora el eje del film cambia y se centra en el deseo del personaje de Mortensen,l deseo por encontrar a su hija pero también deseo por la verdad; por entender que pasa y saber cual es el mágico secreto que ese lugar salvaje oculta. Los dos tercios de película que continúan tienen persecuciones, cadáveres, sorpresa y sangre, pero aún así son más característicos y similares al estilo Alonso que ya conocemos: planos largos y silenciosos, estilo minimalista y contemplativo, y una fotografía que se aleja del protagonista, mientras la historia lo adentra cada vez más en lo mágico, lo metafísico e incluso en un cambio temporal.
A poco de culminar el film brinda un momento que rememorará al gran Leonardo Favio en la maravillosa Nazareno Cruz y El lobo, incluyendo un clima de pseudo fávula; pero que además recuerda al clima del cine que Honor de Cavallería de Albert Serra –recordemos que Alonso realizó el corto Carta para Serra- nos presentó.
Así como soldado o héroe condenado, la búsqueda de Mortensen por su hija será la búsqueda por ese otro universo del saber no sabido, que puede tanto encandilar como un buen sueño o angustiar como pesadilla vívida.
Por Marianela Santillán