Jauja

Crítica de Alejandro Castañeda - El Día

TARDA MUCHO

Todo es largo, y demorado. “Jauja” es un punto culminante en la carrera de un cineasta que ha hecho de los planos largos y la paciencia narrativa su razón de ser. Es un cine afectado, con mucha parsimonia y silencio, con algo de alarde y algo de desafío. Nos cuenta las andanzas de un capitán danés que vino a estos pagos con su hija quinceañera. Cuando ella se escapa con un peón, el padre dedicará su vida a buscarla y buscarse. El capitán encontrará en la persecución las imágenes y desvelos de un dolor y una pérdida que vuelven del pasado. Y entre lo que ve y lo que imagina, el filme tarda mucho: si vemos un jinete a 500 metros, la cámara lo esperará sin impacientarse y después que pasa lo seguirá hasta que se pierda al trote tras el horizonte. En la aburrida estadía y en el viaje del capitán, habrá menciones a indios malcriados, soldados despiadados y sueños de un progreso incierto sobre esas lejanías. Lento, austero, exageradamente alargado, con diálogos retóricos y algunas actuaciones que dan pena, Alonso ha explicado las coordenadas de una obra muy bien recibida por la crítica: “Y en ese ritmo aletargado (…) uno no espera tanta acción. Empieza de a poco a transformarse en otra cosa; en algo más introspectivo, algo más inconsciente, algo que no puedo definir porque no sé bien qué es”.