Jason Bourne

Crítica de Silvina Rival - Subjetiva

UNA QUE SEPAMOS TODOS

En el 2008 un espectador, rozando su quinta década, salió con gesto apático; acaba de ver la particular versión de Meteoro de los hermanos Wachowski. “No me gustó”, le dijo a un crítico de cine que lo acompañaba. Este, con un gesto de ánimo le habló de la manera en que los realizadores intentan dar su personal visión a un clásico de la animación: la complejización de la trama, el uso de nuevos elementos estéticos provenientes de otros formatos narrativos -que no son necesariamente los del cine- al tiempo que se intenta mantener el espíritu del original, etc. En definitiva, agrega, cada producto debería intentar ofrecer algo nuevo. Entonces el primero de ellos pensó un poco más su parca postura y dijo: “es que yo quería más de lo mismo”.

Justamente, esto es lo que sucede con Jason Bourne. Si como espectadores pretendemos no más que embelesarnos con la majestuosas imágenes de persecuciones automovilísticas, el salto entre una ciudad a otra del planeta que puede generar por un segundo cierta confusión entre espacial y cognitiva, las luchas cuerpo a cuerpo en la que Jason demuestra que no existe pelea a la que no pueda darle tregua ni golpe que lo noqueé, entonces Jason Bourne nos maravillará y hasta nos hará aplaudir como en aquella escena de fuga entre balcones y azoteas en La supremacía Bourne. Pero, si pretendíamos que este nos traiga algún giro sorprendente en el guión, algún elemento impactantemente revelador sobre el oscuro pasado de Jason, entonces el film de seguro nos defraudará. Así y todo, este despliegue visual se merece una vista en la pantalla grande del cine.

Recordemos que este film equivaldría a una quinta entrega de la historia, más allá de como se haya estructurado el libro original que dio vida a los dos primeros films. El primero de ellos, The Bourne Identity (2002) dirigida por Tony Gilroy, introducía a un personaje misterioso cuyo pasado parecía haber sido robado por un inexplicable accidente en el mar, el cual había dejado a Jason en estado amnésico. Un film que, a pesar de dejar muchos cabos sueltos, que solo podían ser resueltos con la entrega siguiente, resultó impecable puesto que era tanto un film con un valor autónomo al tiempo que, en retrospectiva, demostró ser el prólogo perfecto de The Bourne Supremacy, estrenado dos años después. Tanto este film como The Bourne Ultimatum (2007), ambos de Paul Greengrass, se centraban en la compleja trama que encierra la CIA en el despliegue y encubrimiento de operaciones cuya ilegalidad resulta innegable. Las operaciones en cuestión eran Treadstone y luego Black Briar, un anexo y continuación de la primera de ellas. Cuando todo parecía indicar que este serial veía su clausura, un tercer director, Tony Gilroy, se hace cargo de El legado Bourne (2012) aunque ya no con la participación de Matt Damon sino con la de Jeremy Renner personificando a otro agente renegado al que se desea eliminar: Aaron Cross. La historia en cuestión se supone transcurría en paralelo a la de The Bourne Ultimatum; nos referimos por supuesto a los tiempos ficcionales. Este film resultaba de alguna manera una desviación y produjo cierta resistencia. Tal vez no tanto por el hecho de que el personaje no fuera Jason sino porque el film introducía un elemento cuando menos novedoso en el padecer de los agentes: el consumo de drogas específicas que, además de potenciar las capacidades de estos, poseían efectos colaterales dañinos. Este gesto del despliegue fantástico que produce al alteración del ADN y la conversión de un hombre a un super hombre evidentemente proviene de otro tipo de formatos narrativos que se percibieron como alienígenas en un serial de Bourne. Por ello, tal vez Paul Greengrass haya prescindido de intentar producir algún lazo con esta historia y haya preferido empalmar directamente con lo que él mismo había dejado pendiente en The Bourne Ultimatum.

Jason Bourne, como ya señalamos, ofrece más de lo mismo con algún plus que bien podría sintetizarse de la siguiente manera: algún aporte más al misterioso pasado de Jason que involucra a la figura paterna, un Tommy Lee Jones en la figura del malo que nos hace extrañar a todos los malos anteriores -y con malos nos referimos solamente a los directivos de la CIA-, una nueva operación llamada Mano de hierro que, más que centrarse en la operatividad de los agentes, nos recuerda al tipo de operaciones que encubría la CIA en Los tres días del Condor (1975) de Sydney Pollack y el uso de una ciudad nueva para la saga, Las Vegas, elegida para ese despliegue persecutorio infernal cuya duración, en este momento, no podría estimar pero tal vez supera a las anteriores. En fin, Jason Bourne aún decepcionando, tiene la virtud de impactar.

JASON BOURNE
Jason Bourne. EEUU, 2016.
Dirección: Paul Greengrass. Intérpretes: Matt Damon, Tommy Lee Jones, Julia Stiles, Alicia Vikander. Guión: Paul Greengrass, Christopher Rouse, Robert Ludlum. Música: David Buckley, John Powell. Director de fotografía: Barry Ackroyd. Duración: 127 minutos.