Jason Bourne

Crítica de Fernando Casals - Revista Meta

Si viste sólo una película de Bourne, las viste todas. Esta nueva entrega del James Bond con traumas tiene las mismas escenas y tramas que las anteriores: Bourne (Matt Damon) es perseguido, está luchando por recordar detalles de su pasado, hay un asesino sin nombre que se interpone en su camino, el gobierno de EE.UU. está desarrollando un nuevo programa de espionaje en las sombras y hay un actor de carácter que interpreta al jefe corrupto de la CIA (hoy Tommy Lee Jones, antes Chris Cooper, Brian Cox, Edward Norton). Y no nos olvidemos del “estilo”, la cámara con Parkinson de Paul Greengrass.

Esta actualización con la vuelta del protagonista original, incluye un personaje que intenta ser un Mark Zuckerberg ficticio para hablar del tráfico de los datos personales de las redes sociales y que junto a varias escenas donde la tecnología toma ribetes mágicos, termina siendo risible.

Es muy difícil encontrar cinematografía, en este producto. Sí, esto es más un producto que una película. De acuerdo con el productor Frank Marshall hay planes para más films tanto de Bourne como de Aaron Cross (el personaje de Jeremy Renner en The Bourne Legacy) Lo que el mundo necesitaba, un universo cinematográfico de Bourne, estilo Marvel.

La realidad es que Jason Bourne, ofrece pocos incentivos para explorar más a fondo a un personaje cuyo gancho ya resulta agotado, Al final de esta nueva película como en un loop eterno Jason sigue siendo el mismo hombre que era antes, y el mundo de la política de espionaje y su entramado corrupto permanece intacto.

La convencional premisa muestra a Bourne fuera de la red durante casi 10 años la agente de la CIA Nicky Parsons (Julia Stiles) lo ha seguido durante una década y le da un archivo que contiene antecedentes sobre operaciones encubiertas y misiones que recuerda vagamente. Con esta data buscará averiguar lo que realmente le sucedió a su padre.

Y es allí donde la película entra en su patrón de narrativa rígida y trillada. En cada lugar que visita, Bourne -que debe tener muchas millas a su favor como viajante frecuente- recoge más datos, alguien es asesinado, y se escapa en una persecución larga y caótica a pie o en un vehículo. Todo filmado con el suficiente movimiento caótico en la cámara para esconder cualquier idea de escenificación. Una percepción errónea de la acción, con una imposición de la técnica que hace caso omiso a lo que está pasando entre los personajes en favor de un nerviosismo de edición que impide que ninguna escena resulte memorable.

Las motivaciones de los personajes son débiles, y cuando trata de encontrar alguna conexión emocional entre Bourne y Heather (Alicia Vikander) al ser dos personajes que casi no interactúan, resulta forzado. En un momento, el conflicto de la película es resuelto pero Greengrass, quien co-escribió el guión, le agrega una escena de persecución de autos al estilo Rápido y Furioso completamente innecesaria e interminable …como esta serie de films.