Jason Bourne

Crítica de Ayelén Turzi - La cuarta pared

Despues de Bourne Legacy, esa oveja negra, aquel universo paralelo donde la figura principal es Hawkeye, todos sentimos que la saga no podía terminar así. No era justo, ni para Paul Greengrass (director de las dos últimas entregas de la trilogía) ni para Matt Damon, y mucho menos para el personaje de Jason Bourne. Pero también estaba la opción que esta nueva Jason Bourne sea otro espanto y que prefiriéramos olvidarla, dejando el cierre de nuestro amnésico agente secreto en Ultimatum (2007). Pero, afortunadamente, sucedió lo mejor.

Jason Bourne transcurre algunos años después de la finalización de Ultimatum, con un Bourne alejado de todo y ganándose la vida en peleas callejeras, secuencias de contextualización que son maravillosas para mostrar tanto el lomazo de Matt Damon como sus aptitudes físicas (sí, no lo iba a pasar por alto). Cuestión que Nicky Parsons (Julia Stiles), también retirada de la CIA, haciendo un trabajo por encargo, accede a información vital sobre el Programa Treadstone y, fundamentalmente, sobre la identidad de Jason.

Pero claro, si estuvo tres películas indagando sobre su pasado, en ésta no iba a llegar a la información tan fácil, y desde la agencia se perfilan sus dos principales enemigos: Heather Lee, encarnada por Alicia Vikander (que parece haber tocado su techo en The Danish Girl, porque a este papel no le suma absolutamente nada), y el inoxidable Tommy Lee Jones, que cada vez está mejor (al igual que Robert Dewy, director de la CIA, o sea el capo). Y en medio de los intentos de Bourne por rastrear sus raíces, escapando de la agencia que trata de reincorporarlo al programa o matarlo, Aaron Kallor (Riz Ahmed) está a punto de presentar Sueño Profundo, un desarrollo de software que está más relacionado con la agencia que lo que parece a simple vista...

La acción se desplaza a través de diferentes escenarios, y no se debe a motivos turísticos o un afán por el paisajismo: la secuencia en Grecia del primer acto, por ejemplo, enmarca perfectamente la primera persecución de la cinta, donde Bourne y Nicky se esconden en medio de protestas sociales, caos generalizados y bombas molotov. La resolución de la película, en Las Vegas, con exteriores nocturnos iluminados a más no poder y una persecución motorizada que rompe todo, es otro de los puntos más altos en cuanto a realización y emoción: las escenas de acción están realmente bien logradas y, respaldadas por un guión sólido, consiguen incluso que por momentos te quedes sin aire.

Respecto a la performance de Damon, es increíble su crecimiento. Cuando inició la saga, allá por el 2002, todavía tenía un poco cara de pendejito banana mimado de zona norte, no daba el fisique du rol de un agente secreto: tenía tanta pinta de inexperto y amateur que costaba creer que de verdad tiene todas las habilidades que va desarrollando. Los años le sientan como al vino, se lo ve más curtido, más creíble, incluso por fuera de la saga ha demostrado (en la brillante The Martian, por ejemplo) que es uno de los mejores actores actuales de Hollywood, aunque cada tanto se quede perdido en algún lugar y tengan que ir a rescatarlo.

Si hubo algo que caracteriza a esta saga, es que siempre manejó un registro bastante realista. En esta entrega, sobre todo en la parte de informática, de la mano con los recursos utilizados por el personaje de Vikander, quizás flashea un poco por demás pero nunca se excede de sus propios límites. A lo largo de los años mantiene su identidad, en materia tanto visual como de verosímil; reconocés a todas las películas como integrantes de una misma franquicia, y eso es algo que está íntimamente ligado con tenerlo a Paul Greengrass detrás de cámaras, un tipo al que hay que seguirle la pisada porque, en lo que a cine de acción respecta, la tiene cada día más clara (no olvidemos que viene de dirigir a Tom Hanks en Captain Phillips).

VEREDICTO: 8.0 - A LA GILADA NI CABIDA

Jason Bourne, con una excelente combinación de intriga, acción y personajes bien construidos, se convierte en la legítima cuarta parte de la saga. La tercera debería ser enterrada en el desierto, como los cartuchos del videojuego de E.T. para Atari (sospecho que este chiste ya lo había hecho).