Jamás llegarán a viejos

Crítica de Maximiliano Curcio - Revista Cultural Siete Artes

Una prodigiosa labor técnica, “They Shall Not Grow Old”, del director Peter Jackson, se propone una inédita restauración digital directa de archivos de registro fílmico de más de un siglo de antigüedad, capturados en el frente de combate de la Primera Guerra Mundial, brindándonos una nueva óptica sobre los documentales históricos.

El neozelandés digitalizó, coloreó y reformuló imágenes existentes en tiempos de guerra conservadas por la British Broadcasting Corporation y pertenecientes al archivo del Imperial War Museum. Jackson recurre a crudos relatos de veteranos sobrevivientes de la Primera Guerra Mundial (audios que datan de más de medio siglo de existencia). Digitalizando efectos que reproducen ruidos del armamento utilizado, su enfoque prefiere hacer hincapié en una causa injustificada, por la que muchos voluntarios británicos darían su vida, inclusive ante la negativa familiar (jóvenes de tan solo 14, 15 años o 16 años, cuando la edad mínima oficial para reclutarse era de 19).

Más de seiscientas horas de registro de archivo confluyen en un ejercicio técnicamente deslumbrante y exhaustivo en su labor de compaginación que pretende rescatar el coraje humano, allí donde la vida pende de un hilo. Gracias a la magia del celuloide, el pasado cobra vida en la emoción vibrante que destila el relato de los protagonistas, por momentos haciendo sentir tan lejana en el tiempo aquella coyuntura humana desprovista de los paradigmas que rigen nuestro presente.

Por momentos reiterativa en recurrir al testimonio en primera persona que redunda las miserias vividas al frente de combate (con alevosía en truculentos detalles), nos relata el penoso día a día de un grupo de soldados dispuestos a entregar su vida por una causa tan fútil como toda guerra. Cruel realidad, si fuera necesario, también, de acabar con el sufrimiento de un par combatiente o circunstancial ‘enemigo’ herido de gravedad, elevando la propuesta a niveles angustiantes. De este modo, se convierte en una evocadora y en extremo realista -aunque redundante y anticipable- retrospectiva histórica hacia uno de los acontecimientos claves del siglo XX

El cine bélico es uno de los géneros más transitados por realizadores cinematográficos y de los más convocantes en el público. Su evolución ha marcado etapas en la historia del cine y en el tratamiento de temáticas socio-políticas que actualmente vuelven a ser materia de opinión y polémica. La guerra y sus consecuencias siempre han interesado a los cineastas, conjugando las ópticas y perspectivas más enfrentadas: desde los productos de propaganda -como modalidad cinematográfica que exaltaban el heroísmo- hasta el mensaje antibelicista -que encierra un pedido de reflexión y toma de conciencia- como mecanismos válidos a través de una historia de ficción.

Remontándonos a los comienzos del cine, desde la época del mudo, hubo films que abordaron conflictos bélicos desde un acercamiento más rustico y primario. Así se encuadran las visiones de David W. Griffith sobre la Guerra de Sucesión en la ultra polémica “El Nacimiento de una Nación” (The Birth of a Nation, 1915). Iniciada la época del cine sonoro, dos grandes hitos cinematográficos marcaron la pantalla en los años ’30: una visión romántica e idealizada de la guerra como “Sin Novedades en el Frente” (All Quiet in the Waterfront, 1930), de Lewis Milestone, y una dramática historia de amor en “Adiós a las Armas” (A Farewell to Arms, 1932), perfilaban un tipo de visión con la Primera Guerra Mundial como escenario, contienda que el presente documental de Jackson pretende revivir ante nuestros ojos.

Si hacemos un poco de historia con ánimo crítico, encontraremos el film bélico que intenta destacar el heroísmo patriótico en la hazaña militar. Se sabe que el cine desde sus inicios ha sido un vehículo expeditivo en llegar a grandes masas de público para exponer los intereses del poder político de turno. Bajo otra óptica y durante la contienda misma, los documentales de Frank Capra “Porque Luchamos” (Why We Fight, 1942) fueron toda una toma de posición al respecto y un claro ejemplo de propaganda política. A la par existió una corriente hollywoodense, con menor ímpetu, que se volcó a cuestionar los horrores de la guerra exponiendo sus atrocidades a través del absurdo. Así, este fenómeno contó con John Ford como estandarte en “Fuimos los Sacrificados” (We were the Expendables, 1945). El mismo rigor revisionista es el que pretende acuñar el autor neozelandés, concientizándonos acerca del nulo valor humano que posee la vida.

Sin embargo, no es habitual que el género documental ofrezca este tipo de propuestas, acaso pueden recomendarse como referencias imprescindibles “Prelude to War” (1942, narrado por Walter Huston) o el reciente registro inédito capturado por Alfred Hitchcock desde los mismísimos campos de concentración nazis (“Night Will Fall”, restaurado por la British Film Academy). De meritoria labor aún sin tratarse de una obra maestra, “Jamás Llegarán a Viejos” se suma como un singular ejemplar de absoluta validez. Finalmente, cabe destacar que el director de las trilogías “El señor de los anillos” y “Hobbit” dedica el film a la memoria su abuelo, quién luchó en la Gran Guerra, desde 1915 a 1919.

No cabe duda que la amplia relación existente entre cine y guerra ha sido una constante a analizar entre los estudiosos e historiadores del séptimo arte. Algo queda claro, y es que el derrotero de películas es extenso y las miradas que estas han expresado sobre las contiendas bélicas son ambiguas y de lo más variadas. Eso le proporciona al género un atractivo único e inagotable