Jackass: el abuelo sinvergüenza

Crítica de Lisandro Liberatto - Alta Peli

Jackass vuelve al cine con el humor de siempre pero con un formato un tanto distinto.

Irving Zisman es un octogenario de esos a los que usualmente nos referimos como “viejos verdes”. Aunque acaba de enviudar, lejos está de sentirse devastado por la muerte de su esposa y lo ve como el momento perfecto para disfrutar la vida a pleno con todos y cada uno de los excesos que podamos imaginar. Al mismo tiempo su hija, una adicta a la drogas, es enviada a prisión, razón por la cual Irving deberá hacerse cargo de su nieto Billy, a quien apenas conoce. Sin ninguna intención de quedar al cuidado de chico, ambos comienzan un vieja a través del país para dar con su padre, un hombre que solo acepta cuidarlo para cobrar una pensión.

Hola, Johnny Knoxville y bienvenidos a Jackass

Guste o no, Jackass supo hacerse un lugar entre los programas más divertidos y exitosos dentro de los primeros años de este nuevo siglo. Durante tres temporadas en TV y tres películas (una de ellas en 3D), poco podíamos imaginar que en esta nueva oportunidad dejarían de lado el formato que los hizo famosos (aunque sea un poco) para probar suerte con uno nuevo, un tanto más difícil de encasillar. El Abuelo Sinvergüenza es una especie de experimento que se debate entre largo cinematográfico y programa de cámaras ocultas.

Lo primero que se nos viene a la mente durante los minutos iniciales de El Abuelo Sinvergüenza es Borat, aquella película protagonizada por Sacha Baron Cohen sobre un periodista de Kazajistán que recorría Estados Unidos en busca de experiencias. Si bien la comparación no es del todo errada, había una búsqueda y un tratamiento detrás de Borat que se encuentra ausente en este nuevo trabajo de los muchachos de Jackass (Que en este caso son tan solo el actor Johnny Knoxville, el director Jeff Tremaine y el guionista y productor Spike Jonze). Mientras que Borat desparramaba situaciones delirantes y mal gusto con el afán de posar su ojo crítico sobre la sociedad norteamericana, El Abuelo Sinvergüenza solo se limita a hacer reír, y vaya que lo consigue.

Llegó el momento de sincerarse: Me encanta Jackass. Siempre me resultó una gran diversión descerebrada que podía disfrutar una y otra vez y difícilmente cansarme. El Abuelo Sinvergüenza sigue la misma línea de humor físico y escatológico que hizo famosa a la serie, aunque aquí es dentro de un contexto que, por momentos, se aleja de su hilo conductor. El film trata de seguir una historia por demás de simple pero que rara vez se preocupa por avanzar. Knoxville y compañía están más interesados en buscar que el espectador se ría sin parar en lugar de contar una historia como es debido.

El Abuelo Sinvergüenza tiene momentos verdaderamente graciosos y otros pocos que no funcionan tan bien como se hubiera querido, pero así y todo me encontré riendo durante gran parte del metraje. Knoxville usa todo su arsenal de bromas y expande al personaje de Irving Zisman a un nivel que no habíamos visto ni en la serie ni en los anteriores films. Pero la verdadera estrella de la película termina siendo Jackson Nicoll, quien interpreta a Billy, y se roba unas cuantas escenas sobre todo en los últimos minutos.

Conclusión

El grado de disfrute de El Abuelo Sinvergüenza depende de la búsqueda de cada espectador. Si buscas una comedia crítica como Borat, este no es tu lugar. Si esperas que te cuenten una historia bien estructurada y que se vaya desenvolviendo escena tras escena, tampoco lo vas a encontrar acá. Lo que sí vas a encontrar son bromas, en clave de cámara oculta, que pretenden divertir siguiendo un vago hilo conductor. Eso es lo que se propuso El Abuelo Sinvergüenza y lo logra, y quienes vayan con ganas de reírse y sin pretensiones, seguramente puedan disfrutarla.

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