Jackass: el abuelo sinvergüenza

Crítica de Fernando Sandro - El Espectador Avezado

La pregunta final que merodea en nuestras cabezas al terminar de ver una película como Un abuelo sinvergüenza es ¿qué es lo que nos causa gracia?, un debate que lleva años y que no se va a resolver con este film ¿se puede hacer humor con todos los temas?
A finales de los años ’90, la cadena de televisión MTV decidió cambiar su perfil e incluir en su pantalla determinados programas, cercanos al reality show, en donde jóvenes adultos desconocidos (o directamente público que participaba como en un concurso) hacían todo tipo de proesas escatológicas o de supuesto peligro extremo para que los televidentes se rieran; el más conocido de ellos, pionero, fue Jackass. Johnny Knoxville, Bam Margera y compañía se divertían como adolescentes matándose a golpes, haciendo groserías y cámaras ocultas.
Muy pronto, el éxito de este programa no solo derivó en muchos iguales, sino que catapultó a sus integrantes a tener una carrera en la actuación o a tener programas propios. El cine no les fue esquivo, tres películas, la última en 3D cuentan los muchachos, y ahora este desprendimiento que sigue los mismos resultados en líneas generales.
Mezcla de ficción con cámaras ocultas, "El abuelo sirvengüenza" sigue la historia de Irving Zisman (Knoxville maquillado y con máscara prostática), un abuelo de 86 años que debe llevar a su nieto Billy (Jackson Nicholl) de ocho años por todo EE.UU. a un encuentro con el padre de Billy. En el medio harán muchísimas paradas como buen road movie, pero hay varios datos; en el baul llevan a la difunta esposa de Irving, y este anciano no es uno de esos abuelitos tiernos como los que podemos ver en el otro estreno de la semana La esencia del amor, es directamente lo que conoceríamos como un viejo verde.
Desubicado, malhablado, asqueroso, inoportuno, desprejuiciado, malhumorado y muy procaz, así es Irving que mete a su nieto en una catarata descendente de sucesos supuestamente graciosos. La película funciona con pequeños conductores ficcionales, que llevan de una cámara oculta a otra en donde un público desprevenido va a ver a un viejo con su nietito hacer todo tipo de actos escatológicos, sobre todo sexuales.
Dirigida por un ignoto Jeff Tremaine, el atractivo supuestamente es ver a Knoxville como anciano haciendo las mismas cosas que de joven, pero en el medio hay un niño real, y ahí entra el cuestionamiento de si es correcto o no, poner a un menor ante situaciones simplemente reprochables.
Hay desnudos, genitalidades varias, strippers, fluidos de todo tipo, lenguaje impronunciable, y un chico como espectador y partícipe. No es función de esta página dar una clase de moral, que además sería adentrarse en cuestiones subjetivas, pero el resultado rara vez causa efecto gracioso, lo que sin dudas afecta contra el producto final.
El espectador tiene que saber que va a ver una película de Jackass con todo lo que eso implica, si está dispuesto a observar sin ningún prurito, puede que El abuelo sirvengüenza logre alguna sonrisa esporádica, por lo demás, la mezcla ficcional/real no se plasma muy correctamente con una edición complicada y defectuosa con cambios de registro constantes. El abuelo... es lo que es, una comedia absurda, destinada a un público conocido, libre de toda pretensiones, si encuadra en ese target aventúrese.