Jackass 3D

Crítica de Santiago Armas - ¡Esto es un bingo!

Culo: la película

Transcurrida la mitad de Jackass 3D hay un breve momento que me pareció absolutamente revelador. En un plano en cámara lenta, Johnny Knoxville lanza un consolador directo hacia el lente de la cámara. Siendo esta una película en 3D, el uso del efecto hizo que pareciera como si el consolador estuviera adentrándose hacia nuestros sentidos (metafóricamente, claro). Ese momento me hizo acordar al famoso plano final de Asalto y robo al tren en donde un cowboy dispara a la cámara. Es irónico como el film que es considerado como el que dio inicio al cine narrativo clásico y esta película, que para muchos significa la muerte del séptimo arte, logren crear un vínculo en común, aunque sea por la similitud de un plano.

La cuestión es simple: con el mundo Jackass estás adentro o afuera. Mi misión con esta crítica no será ni convertir a los ateos ni alejar a los creyentes, solamente me dedicaré a contar qué es lo me pasa cuando veo a este grupo de infradotados cometer cualquier tipo de locuras delante de una cámara. Porque la realidad es que estos muchachos, que durante tres películas y varias temporadas en MTV se dedicaron a cometer atrocidades que van desde tomar semen de toro hasta lanzarse en charcos de excremento, no están bien de la cabeza. Tanto su líder Johnny Knoxville como el resto de la banda (Steve O, Bam Marguera, Chris Pontious y el enano Wee Man entre otros) son capaces de hacer cualquier cosa, y digo CUALQUIER COSA, con tal de hacer reír al espectador. Uno piensa que toda esta locura debe haber comenzado como una apuesta entre amigos del tipo “a que no te animás a tomar el agua del inodoro”, y cuyas consecuencias se prolongaron hasta límites insospechados. Y si tal grado de repugnancias te resulta demasiado obsceno y vulgar, no te culpo. Hasta yo mismo reconozco preguntarme por momentos por qué estoy presenciando semejante nivel de bajeza humana, y si bien no puedo contestarme claramente, hay dos motivos que no quiero dejar pasar.

Lo primero que me llama la atención de Jackass es el grado de autenticidad en cada número. Estamos en épocas en donde cualquier realidad puede ser falseada y manipulada a través de los medios digitales (un poco se habla de esto en la crítica de Marina de Actividad Paranormal 2), por eso me resulta refrescante ver que los diferentes actos y acrobacias realizados por estos muchachos son reales, juzgando por las reacciones de quienes están de testigos allí (como uno de los cameraman al que siempre se lo muestra vomitando). Un ejemplo de esto es cuando Knoxville le hace una joda a Bam Marguera y lo hace caer a un pozo lleno de serpientes (previamente se nos informa que Bam les tiene fobia, lo que llena ese momento de tensión). El rostro de Bam en ese instante, desesperado y al borde del llanto, nos involucra en la acción casi instintivamente, y es algo que se repite todo el tiempo en el resto de los sketches. Reacciones como ésa hacen pensar que, si bien uno sabe que a estos chicos las neuronas les fallan, igual son capaces de arriesgar su salud física y mental con tal de provocar un efecto determinado en nosotros, sea risa o asco. Y frente a eso uno no puede dejar de sentir algo de admiración.

Pero el aspecto que a mí más me interesa de Jackass excede un poco lo meramente sensorial, y es que cada vez que veo a estos dementes en cada nueva aventura me siento un miembro más del grupo. Hay una verdadera unión y camaradería entre ellos, y cada momento de felicidad que tienen, como los chistes que se suelen hacer durante los rodajes (y que por suerte se ven en cada película), nos dan la sensación de estar viendo una filmacion casera de nuestros mejores amigos cuando se van de vacaciones. Esa gran amistad entre ellos se ve reflejada más que nunca durante los créditos finales, cuando vemos imágenes de las primeras temporadas de la serie en donde a Knoxville, Steve O y compañía se los ve mucho más jóvenes y vitales. Esas imágenes, seguidas luego de fotos de cada integrante cuando no tenían ni 10 años (demostrando quizás que antes de estos monstruos existieron inocentes criaturitas) dan la idea de que el paso del tiempo ha afectado definitivamente a estos muchachos, pero también hacen sentir cierta melancolía ante el hecho de que en algún punto la diversión para ellos va a tener que terminar. Que logre generarnos eso una película donde un tipo hace sonar una trompeta con su culo y otro usa su pene como bate de béisbol, no me parece poca cosa.